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Entre la sequía de títulos que asola al PlayStation Vita se levanta Killzone: Mercenary, un juego que la consola pedía a gritos y que tal vez llega demasiado tarde a la portátil. Desarrollado por Guerrilla Cambridge, estudio reestructurado para encargarse de las versiones portátiles de la franquicia, este FPS parece culminar la premisa del sistema: ofrecer una experiencia de consola casera en cualquier lugar.
El tema que permea todos los aspectos del juego es qué significa ser mercenario. En primer lugar, quiere decir no tener un bando definido y, en segundo, que un mejor desempeño implica mayores recompensas económicas. En la práctica, se traduce en distintas posibilidades para desempeñar una misión y en giros interesantes de la trama.
En un comienzo, me costó trabajo habituarme al control. Un menor tamaño de las palancas direccionales del PS Vita significa más sensibilidad para alguien acostumbrado a jugar FPS en consola; sin embargo, luego de un par de misiones, atinaba mis tiros a la cabeza y me ajusté al esquema de la portátil. Me dio un gusto enorme, eso sí, por fin utilizar la consola para disfrutar un título de disparos en primera persona que valga la pena.
Para empezar, el juego está enteramente localizado al español latino, así que deja de preocuparte si no hablas inglés o tienes dificultad para comprender algunos términos. Otro detalle interesante es la inteligencia artificial. Los enemigos, por lo general, no suelen ser los estúpidos robots de otros FPS de consolas portátiles, pues inmediatamente intentarán flanquearte, acercarse a ti (si están equipados con escopeta) y se coordinarán para atacarte desde varios puntos. Esto te obligará a estudiar el terreno de juego y tu mejor estrategia. Existe siempre la posibilidad de ser sigiloso o también hacer explotar todo lo que se mueva. Ninguna de las 2 opciones es mejor que la otra. A fin de cuentas, tú decides y puedes probar las 2 alternativas. Hay recompensas monetarias para matar a todos sin que nadie se dé cuenta y para ser el ángel de las muertes sanguinarias.
En el lado de la acción no tengo quejas aunque tal vez es demasiado fácil en algunas circunstancias equiparse un escudo antibalas (llegaremos a eso más adelante) y matar cuerpo a cuerpo o con escopeta a todo el que se te ponga enfrente. Del lado del sigilo, por otro lado, el esquema de dificulta poder apegarse a esta forma de jugar. Esto se debe principalmente a que es demasiado fácil salir de cobertura para disparar o apuntar. Basta un toque en la dirección equivocada de la palanca análoga para que el personaje se asome y te descubran. También encontré innecesariamente complejo el comando de correr o agacharse: presionar círculo mientras no te mueves hace que tu personaje se arrodille; en cambio, si estás en movimiento, corre. Me ocurrió en varias ocasiones que simplemente no pude llegar corriendo a una cobertura por culpa de esto y me descubrieron. Tal vez un botón dedicado a cada función hubiera resuelto el problema; un inconveniente menor por intentar adaptar una experiencia de consola casera a una portátil.
Como había mencionado, en el juego tomarás el papel de un mercenario. Esto significa que la infraestructura de tu país no te apoya con armas o equipo. Todo debes comprarlo. ¿Y cómo obtiene dinero un mercenario? Con tiros en la cabeza al menos en el universo de Killzone. Esto implica que, entre mejor sea tu desempeño, más dinero obtendrás en cada misión. No sólo hay estaciones con datos que puedes hackear superando un minijuego sencillo, sino que la forma de eliminar enemigos te otorgará bonificaciones según la dificultad. Aplaudo que ningún estilo de juego en particular se haya visto beneficiado con este esquema, pues sigilo y agresividad son recompensados por igual.
Ahora bien, a lo largo de las misiones y en el menú de selección tendrás la posibilidad de acceder al Traficante de armas, un misterioso personaje que vende armas. Equipamiento, arma principal o secundaria, granadas, armaduras y ayudas extra conocidas como sistemas van-guard, te ayudarán para cumplir las misiones. Deberás ser muy cuidadoso en qué gastar tu dinero, pues podrás (como yo) terminar comprando un montón de armas que nunca usas y cuyos créditos bien podrías haber aprovechado para un Porcupine que dispare misiles buscadores.
Cada misión tiene varias modalidades que se desbloquean una vez que las terminas en su modo principal: precisión, que pide un desempeño alto, como tiros en la cabeza y extraer datos; encubierto, que implica no ser descubierto y matar enemigos con herramientas especiales; por último, demolición, que implica el uso indiscriminado de explosivos y armas similares. Cada misión tiene requisitos distintos según la modalidad. Esto quiere decir que, aunque no sean muchas, los fans de la franquicia tendrán que gastar mucho tiempo para terminarlas con todo y, además, está el multijugador (que, desgraciadamente, al tiempo de escribir esta reseña, no ha sido lanzado).
El ritmo de la campaña es adecuado, pero no extraordinario. Hay misiones de escoltar personajes que no son molestas. Ya sea defender una posición, en infiltración o en combate campal, el título es difícil, pero reconfortante. Avanzar se siente como un logro real y no sólo como un requisito para familiarizarse con el juego antes de participar en el multijugador. El género, por otro lado, está saturado de ideas y es difícil encontrar algo fresco en Mercenary. Tal vez su punto más fuerte es cómo el tema, los mercenarios, se infiltra en cada uno de sus aspectos y no se siente como un elemento superficial, sino como un constituyente esencial del juego.
Este título debe jugarse con audífonos, pues la dirección de sonido es buena y la banda sonora es memorable. Por otro lado, dudo que haya otro título de PS Vita que se vea mejor. Incluso podría confundirlo con algo de la primera o segunda generación de juegos del PlayStation 3. Aunque los modelos de los personajes (que no tienen máscara) no son los mejores, los escenarios industriales, las armas y la ambientación simplemente superan a cualquier cosa que haya visto en una portátil. Aunque el uso de las pantallas táctiles es menor, agradezco que no haya sido forzado en el sistema de juego sólo porque sí: toca atrás para hacer zoom y la pantalla delantera para completar un ataque cuerpo a cuerpo.
Killzone: Mercenary se suma a una lista, algo corta, de títulos que todo poseedor de un PlayStation Vita debe tener. No sólo es un FPS sólido y bien estructurado, incluso se atreve a proponer un esquema que recompensa distintos estilos de juego. Conseguir eso en diseño de niveles es una proeza loable. El equipo de Guerrilla Cambridge tal vez no desarrolló una obra maestra de los juegos de portátiles, pero sí uno de la casta que necesita la plataforma de Sony: divertido, retador y bien diseñado.
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