¿Cuántas veces hemos sido víctimas del mismo crimen? Expectantes de un apetecible contenido descargable para el juego de moda, nuestras ilusiones se despedazan cuando sus creadores anuncian el excesivo precio; la primera reacción es arrojarnos sobre Twitter o en su defecto, acudir al foro más cercano, con el fin de arremeter contra esa inhumana compañía y sus diabólicas medidas corporativas. Las quejas siempre son las mismas: por qué tanto dinero por una simple llave que da acceso a contenido que ya estaba en el título por el que ya pagamos completo. Acto seguido, juramos nunca volver a tocar esa abominación de juego, mucho menos apoyar al desarrollador, pero más importante, nunca pagar por una sobrevaluada armadura de caballo. El problema es que llega el día de lanzamiento, todos compran el inmundo DLC y, después de analizarlo más a fondo y ver que la comunidad luce contenta, llega el arrepentimiento, es imposible resistirse al consumismo. ¿Te ha sucedido? En nuestra trayectoria como devotos jugadores, todos hemos estado en esta situación, por lo menos una vez.
El contenido descargable DLC no es un concepto nuevo y revolucionario de la reciente generación de consolas, las empresas han experimentado con él desde 1981 (como el PlayCable de Intellivision), pero se volvió una opción viable hasta épocas recientes, con la llegada de la banda ancha y el hecho de que todas las plataformas actuales ostentan algún tipo de conexión a Internet. Pese a la conveniencia y comodidad de ofrecer contenido vía remota, factor influyente en la creación del concepto de DLC, el origen de la idea tuvo que ver con un problema que atormentaba a los creadores de videojuegos.
De acuerdo con estudios respaldados por la Entertainment Software Association, el atractivo de un juego se desvanece completamente transcurridos entre 60 y 90 días posteriores al lanzamiento, incluidos títulos con sólido factor multijugador. Lo tradicional era crear una expansión, pero tomaba demasiado tiempo (entre 9 y 12 meses), de manera que los distribuidores buscaron una solución para conseguir el interés de la gente más rápido y hacer más atractiva la experiencia de juego. Así surgió el DLC.
Soluciones prácticas
Este nuevo formato no sólo redujo un poco de presión a los exigentes tiempos de desarrollo, también funcionó como válvula de escape para las ideas o características que no lograban implementarse en la versión final del juego, ya sea por la apretada agenda o por falta de presupuesto. Y es que con el pasar de los años, todo estudio y en especial uno grandeincrementa sus costos considerablemente, tanto por aumentar la plantilla de empleados para producir más juegos, como porque los títulos de nuestros días requieren recursos masivos para su realización. Juegos con altos valores de producción se han vuelto radicalmente caros, lo que provoca una necesidad imperativa por subsanar el gasto, independiente a la ganancia que deban generar como producto. Para muchos, y en particular los que no tienen sus ventas aseguradas, implica más que recuperar la inversión, se trata de capitalizar nuevos proyectos y propuestas; en estos casos, el DLC permite desarrollar contenidos sin sujetarse a tecnologías nuevas, exprimiendo el potencial del juego en cuestión hasta el límite y por supuesto, brindarnos la oportunidad de seguir jugando nuestros títulos favoritos pero con nuevas opciones.
A simple vista parece una estrategia maravillosa para saciar necesidades consumistas, pues el DLC se presenta en muy diversas formas: nuevos mapas para multiplayer, equipo y armas adicionales, videos, demos, fondos modalidades diferentes a las ya existentes en el juego e incluso indumentaria para tu avatar virtual. El problema es que la concepción inicial de los contenidos descargables se ha corrompido, dando paso a prácticas que en última instancia únicamente han deteriorado la calidad de lo que recibimos por nuestro dinero.
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