Juegos para cada estilo de vida

Rompiendo estereotipos clásicos


El campeón

En la mente del finalista convencional, los juegos son más que entretenida competencia, se trata de ganar gloriosamente o perder con vergüenza; dentro de su lógica, si un juego tiene objetivos, es porque deben ser cumplidos, sin importar las implicaciones o sacrificios. Ganar lo es todo para este feroz competidor, sea combatiendo entes computacionales pero especialmente deleitable en contra de personas en un ámbito virtual, por lo que es común encontrarlo en el multijugador de todo título que tenga tal opción, avasallando con burlas o levantando su puño con ira en depresión por su fracaso. Por supuesto, no hay final para el campeón, y de no conseguir victorias frescas se considera a sí mismo un perdedor.

Un alimento alternativo a su hambre por ganar reside en una dieta de LittleBigPlanet 2. Con los carismáticos personajes de Media Molecule se aligera cualquier fijación competitiva, y ya sea por convivir con amigos en los escenarios de la campaña o al construir nuevos mundos, la sed de victoria se desvanece, al menos por un tiempo breve. From Dust muestra un acercamiento completamente distinto, seduciendo a trabajar con los elementos de la naturaleza para beneficiar a un grupo de individuos, en lugar de torturarlos y aniquilarlos. La necesidad de competir nunca desaparece, pero un breve descanso siempre es necesario.

El ocasional

Cada cultura tiene una denominación diferente: duende liviano, criatura desobligada, maligno engendro de la informalidad, monstruo irresponsable, demonio casual. La denominación es lo de menos, lo importante es que el jugador ocasional tiende a jugar en dosis irregulares, cuando tiene tiempo libre y no hay algo mejor que hacer. La razón puede ser una saturada vida social, las ocupaciones del matrimonio, cuidado de los hijos, compromisos laborales o escolares, actividades deportivas, adicción a las mascotas, en fin, cualquier labor más relevante –o que así le parezca–. Y es que para tal tipo de persona, jugar es un pasatiempo equiparable a tarjetas coleccionables y no es de tomarse con seriedad, está dispuesto a probar cualquier título, pero no por demasiado tiempo.

Encontrar un objeto de devoción para este sector es complicado, hasta las experiencias más envolventes se vuelven superficiales si no logran capturar su atención, y hace falta una combinación casi adictiva para cambiar la ideología de este individuo. Lo mejor es recurrir a ofertas con buen nivel de interesante ficción, pero que no se alejen demasiado de la realidad; dentro de esa clasificación hay muchos exponentes, pero los que superan en calidad al resto son Batman: Arkham City y Assassin’s Creed: Revelations. Para ambos hace falta contexto, pero aún si no está presente, provocan curiosidad en todo aquel que los toca. En el caso de las aventuras del Caballero de la noche, es una experiencia inmersiva entre villanos perturbadores y extrañamente carismáticos, en tanto las crónicas de Ezio tratan de revelar una conspiración que trasciende los orígenes de la humanidad y se extienden hasta el inminente fin del mundo. Por supuesto, más que historia y personajes, el dueto se compone de una excelente oferta de entretenimiento.

El casual

Idéntico más no exactamente igual a su primo antes mencionado, el casual se rige bajo estándares similares pero sus justificaciones son nulas, para él jugar es una buena forma de matar tiempo y nada más. Son la adoración de distribuidoras y algunos desarrolladores por su impresionante capacidad para desembolsar cualquier cantidad monetaria por lo que sea, siempre y cuando sea superficial. Son capaces de edificar granjas en redes sociales, comprar hasta el juego más pueril para cada consola, pasar horas acomodando joyas de colores o derrotar señores de la mafia rivales en insípidos tableros bidimensionales con la sola presión de un botón. El estereotipo no respeta edad, credo o estrato social, no se detiene por preferencias ni gustos, lo único que intenta es saciar una necesidad efímera.

Como siempre, el problema no son los juegos ni la actitud de la gente, sino la creciente oferta de clones, los cuales también infectan otro tipo de juegos, pero al menos son menos genéricos y tratan de ofrecer algo diferente. Dejando la polémica a un lado, el elixir de vida para el abandono de esta pobre alma descansa en The Elder Scrolls V: Skyrim. Con el mismo nivel de adicción que las ofertas para jugador casual, la producción de Bethesda usa un mundo envolvente y una mitología extensa para capturar el corazón hasta del más estoico e imperturbable. La accesibilidad es equivalente a los simuladores de Zynga, pero la complejidad es superior al juego promedio, y ni qué decir de la experiencia épica en cada momento que se toma el control.

El hardcore

Por último y como antítesis del anterior, el ejemplo de jugador que define a la industria, objetivo a capturar por todo desarrollador, la razón de que el entretenimiento del pixel siga siendo tan redituable desde hace décadas: el hardcore. Veterano del control –sin importar de qué tipo–, es la entidad más exigente que existe, no se conforma con cualquier cosa y para ofrecer una opinión tiene que someter a escrutinio detenido al juego en cuestión. Destila experiencia, domina el aspecto de cada franquicia de la que es aficionado, y conoce con generalidades al resto de las que no le interesan, sólo porque sabe que debe poseer el conocimiento. Guarda en su perfil un elevado número de puntos, logros y trofeos para demostrar superioridad. Es una criatura extraña y difícil de comprender, que cambia dependiendo el contexto, en ocasiones puede ser comprensivo con sus semejantes, llegando a acuerdos en una discusión, o en el caso opuesto, ser un sujeto de opinión ácida respecto a quien muestra un estatus inferior. Siempre defiende sus argumentos con bases sustentadas, y aún si hay excepciones en que se deja llevar por el fanatismo, por lo regular prefiere razonar. Al considerarse un fan sofisticado, busca experiencias de juego acordes con su personalidad.

Ofrecerle algo menos de lo que espera a este tipo de individuos sería irrespetuoso, peor aún cuando está acostumbrado a altos estándares de calidad en historia, apartado gráfico, ambientación, sistema de juego y multijugador. Cambiar su visión es labor titánica, y no se trata de abrirle los ojos ante las bondades de cuidar una granja, pero hay alternativas viables que le dan la vuelta incluso a ese superficial concepto, como lo que ofrece Kairosoft con Game Dev Story y sus hermanos, que a modo de juego de Will Wright, exigen administrar estudios de desarrollo de videojuegos, escuelas, edificios, centros comerciales o ciudades. Otro complemento no tan bien recibido por su presentación caricaturesca e infantil es Kirby's Return to Dream Land, una apuesta por el juego de plataformas que contrario a la expectativa, es intenso, entretenido y exige lo mejor de la habilidad con el control.

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