Existen títulos más allá de lo convencional... juegos que ningún coleccionista posee y que han eludido todos los intentos de los cazadores del gaming por encontrarlos... se trata de los juegos perdidos. Es verdad, la mayoría no son joyas: algunos son basura cancelada que nadie se ocupó de conservar... otros, parecen meras bromas en misteriosos catálogos y revistas de los 80... pero otros son juegos honestos que simplemente tuvieron mala suerte. Acompáñanos a la última frontera y conviértete con nosotros en un cazador más del Arca perdida.
1. Socks the Cat Rocks the Hill y Fido Diddo
Comenzamos con un par de juegos que sufrieron un destino idéntico por la ruina de su estudio: Socks the Cat Rocks the Hill y Fido Diddo, obras de la filial americana de la compañía japonesa Kaneko. Ambos fueron completamente terminados; ambos están, en estos momentos, en manos de personas que simplemente no quieren liberarlos al público. Conocemos imágenes de los 2; sin embargo, allí es donde sus destinos difieren: por alguna razón, terminaron en manos de personas totalmente diferentes con propósitos completamente distintos.
Socks the Cat Rocks the Hill es un juego totalmente terminado para Super Nintendo y SEGA Genesis que iba a ser protagonizado por Socks el gato, la mascota de Bill Clinton. El juego, un plataformero simple para el SNES, iba a incluir a varios personajes de la política norteamericana; se especula que su desaparición tiene que ver con su sátira, pero todos los exempleados de Kaneko aseguran que el juego simplemente desapareció por la bancarrota del estudio. ¿Qué pasó con él? Sólo un prototipo de Socks llegó a existir; está en manos de un tal Jason Wilson, conocido como DreamTR, coleccionista de juegos y dueño de un arcade. Sin embargo, dicho personaje se niega a poner el ROM a disposición del público, ya que esto disminuiría el valor del cartucho. Lo único que tenemos de este juego es un video borroso y de poca calidad. ¿El rescate que se pide por este juego? $5000 dólares; quizás demasiado alto para un mediocre plataformero de los 90. DreamTR admite que pide esto para trollear a los retrogamers, y vaya que lo ha hecho: el tipo ha recibido amenazas de muerte. Parece que Socks nunca va a salir de la Casa Blanca...
Fido Diddo es un caso más razonable. Ya nadie lo recuerda, pero Fido Dido es un personaje de cómics de los 80 que se volvió popular después de ser licenciado a PepsiCo, que lo volvió la mascota de 7Up en los tiempos de las Trapper Keeper. El juego, que formaba parte de una licencia que incluía la de Chester Cheetos, fue terminado también, y mostrado en el CES de 1993 en Chicago. Apareció en anuncios, revistas y promociones, pero simplemente desapareció de la Tierra. ¿Qué pasó con él? Afortunadamente no acabó en manos de un sádico: está con su creador, el programador Jas Austin, que asegura que el juego está basado en el cómic original y no en la mercancía de Pepsi. Sin embargo, Austin no tiene muchas intenciones de liberarlo al público, no sabemos si por escrúpulos profesionales o por presión de Pepsi. El caso es que parece que estos títulos de Kaneko, cuya rama americana ciertamente no hacía obras maestras a diferencia de la japonesa, quedarán perdidos para siempre.
2. Hellraiser
Después de tantos años, sigue siendo asombroso pensar que alguien no sólo quería hacer un videojuego de una franquicia tan oscura como HellRaiser, sino que incluso quería romper los límites del NES para lograrlo. El estudio sin licencia Color Dreams era una compañía muy peculiar: responsable de juegos cristianos como Bible Adventures, Exodus y King of Kings, también estaba obsesionado con el satanismo y lo oculto, como puede verse en obras como Robodemons o Baby Boomer, donde un bebé atraviesa los abismos del infierno. No sorprende entonces que hayan intentado adaptar Hellraiser, el filme de horror británico de Clive Barker que nos introduce en el mundo de los Cenobites, ángeles o demonios que viven en una dimensión de dolor infinito que es posible llamar mediante una caja-rompecabezas conocida como la Configuración del Lamento.
Parece que Hellraiser iba a ser la obra maestra de Color Dreams, y no era broma: gastaron $50,000 dólares en la licencia y fue desarrollado con una versión mejorada del engine de Wolfenstein 3D. Pero la pregunta es: ¿cómo rayos iban a hacer que el NES jugara un motor tridimensional? La respuesta iba a ser un nuevo tipo de cartucho, el Super Cartridge, con 4 MB de RAM adicionales y un procesador Z80 que permitía interceptar los accesos de ROM y RAM del NES y manipularlos en tiempo real, cambiando pixel por pixel, permitiendo zooms y panorámicas. No sólo eso, iba a incrementar los colores de la consola y permitir gráficos de avanzada.
El plan del juego era un personaje atrapado en la Configuración del Lamento o caja de Lemarchand de la película. Los jugadores podían cambiar el diseño del cubo y así alterar el nivel. Finalmente, al resolver el nivel tanto el jugador como los demonios del plano de los Cenobites quedarían libres para un brutal enfrentamiento. La idea suena genial, pero los altos costos de producción y creación del Super Cartridge sellaron el destino de Hellraiser. El problema es que al no tener licencia, vender un cartucho así o un accesorio que alterara el NES hubiera sido un gran problema para los distribuidores.
Curiosamente, y a pesar de su naturaleza semilegal, el juego fue anunciado en Electronic Gaming Monthly, GamePro y Nintendo Power, con versiones para NES, SEGA Genesis y Atari Lynx. ¿Qué paso con esta obra maestra de lo oculto? Parece que Color Dreams se dio por vencido y decidió concentrarse en el lucrativo mercado de librerías cristianas, más que dispuestas a vender títulos sin licencia a sus fieles. ¿Y Hellraiser? Parece que se hizo 20% del arte pero, de acuerdo con Dan Lawton, miembro del difunto estudio, no se desarrolló programación alguna. Sin embargo, algún prototipo debe existir, porque tenemos varias escenas de título y la descripción de los efectos especiales. Por ahora, parece que los Cenobites se llevarán el secreto de este juego a otros planos.
3. Yeah Yeah Beebiss I
¿Qué rayos es esto?, dirán nuestros lectores. Pues se trata de un misterio de la era de Nintendo Power que nadie ha logrado resolver: Yeah Yeah Beebiss I. Durante algunos meses, en las listas de juegos a petición por correspondencia de la revista Video Games & Computer Entertainment, apareció anunciado un título de NES que nadie conoció: Yeah Yeah Beebiss I. Esta cosa salió en los números de junio, julio, agosto y septiembre de 1989. Después, una nueva compañía de correos llamada Funco retomó el panfleto, y publicó nuevamente al juego, con el nombre abreviado Yeah Beebiss I. Esto duró hasta diciembre de ese año, cuando la lista fue cambiada y Yeah Beebiss I, que suponemos tenía un sucesor, desapareció.
¿Qué rayos era este juego? Nadie lo sabe. Probablemente una broma de los servicios de correos, la obra de un empleado descontento o de un troll con mullet de los 80. Sin embargo, algunos detalles dan cierta realidad: el juego costaba $33.95 USD igual que Wrestlemania y era posible ordenarlo. Incluso bajó de precio en la era de Funco a sólo $32.50 USD. Estaba numerado (o sea, tenía una secuela). Todo esto hace pensar que era un error o un typo. Aquí es donde entra la especulación. Algunos creen que se trata de un typo Ys I: Ancient Ys Vanished. La idea es que el "Yeah" viene de una traducción automática de algún Google Translate ochentero y "Beebiis" de alguna versión en katakana (el silabario que los japoneses usan para palabras extranjeras) de "Vanished", mientras el "I" es natural dado que la saga Ys en Japón ya tenía varias entregas para esa época. Otros dicen que es un simple placeholder. En fin, error, trolleo o grial de los videojuegos, parece que el misterio de Yeah Yeah Beebiss I ( y su secuela) nunca será resuelto.
4. Cheetahmen II
Obra maestra de lo infame, Cheetahmen es una franquicia creada por el desarrollador de multicartuchos de NES Active Enterprises, que pretendía aprovechar la fama de las Tortugas Ninja y demás héroes animales ninja con uno de los peores títulos de acción. El Cheetahmen original era un completo desperdicio lleno de bugs y defectos, pero lo más increíble es que existió una secuela. Sin embargo, la historia de este fatídico juego sólo demuestra que hay ciertas cosas que es mejor dejar morir.
Parece que Cheetahmen II, en todo un inepto clon de su predecesor, iba a salir en 1993, pero nunca fue lanzado. Sin embargo, en 1996 una bodega llena de cartuchos de Cheetahmen II fue encontrada. Son ítems de colección raros, con un precio de $2500 dólares; afortunadamente existe el ROM de estos juegos. Sin embargo, parece que una serie de nuevos niveles imposibles de jugar salvo por un bug estaban incluidos, y se asegura que existió una versión funcional del juego. Todo fue especulación hasta que un romhacker conocido como PacoChan lanzó un parche para el ROM del cartucho.
Todo iba bien hasta que el fraudulento creador de esta horrible franquicia, Greg Pabich, se enteró del asunto e intentó sacarle provecho. La herramienta en esta ocasión fue, de nuevo, un Kickstarter hecho para crédulos, en el que se prometía la versión original y funcional del juego. Pabich reunió $90,000 dólares y prometió trabajar en un fix real, pero lo que encontraron los backers de este proyecto al recibir sus cartuchos fue un simple ROM quemado en un cartucho con el parche de PacoChan ligeramente alterado. Encima, Pabich logró el apoyo del Angry Videogame Nerd, lo que le aseguró una fuerte suma de seguidores y publicidad. En respuesta a las acusaciones de fraude, el popular YouTuber retiró su campaña, pero el daño estaba hecho. En fin, a veces, es mejor dejar ciertas cosas descansar en su tumba.
5. Airworld
Pocas veces un Santo Grial de los juegos perdidos incluía un grial de verdad, pero en el caso de Swordquest, la serie de juegos y búsquedas reales de tesoros de Atari, así era. Se trataba de un concepto súper ambicioso para la época: juegos de aventura inspirados en los 4 elementos, cada uno con un acertijo en el que los usuarios podían descubrir pistas para ganar premios con un valor aproximado de $25,000 dólares. Los juegos planeados de la serie eran estos:
- Earthworld (1982), cuyo premio era el llamado Talismán de la Penúltima Verdad, con los signos del Zodíaco con cada una de sus piedras preciosas engastadas en oro de 24 kilates.
- Fireworld (1983), cuyo premio era el Cáliz de la luz, un grial de oro también decorado con piedras preciosas.
- Waterworld (1983), que tuvo un release limitado por la crisis de Atari, cuyo premio iba a ser la Corona de la Vida, pero fue cancelado.
- Airworld (1983), título nunca lanzado cuyo premio iba a ser la Piedra Filosofal.
Los ganadores de dichos premios iban a competir entre sí por uno todavía más valioso: la llamada Espada de la Última Hechicería, con valor de $50,000 dólares. Los concursos de estos juegos estaban basados en un cómic incluido con los mismos, que daban el indicio de 5 pistas verdaderas (además de varias falsas) en interacción con los cuartos secretos del juego. El reto fue difícil: sólo 8 personas de 5000 pudieron lograrlo, y de ellas solamente Stephen Bell, de Detroit, se llevó a casa el premio. Lamentablemente, dicho sujeto eventualmente fundiría el tesoro por dinero. En el caso de Fireworld, el usuario Michael Rideout salió victorioso. El concurso de Waterworld fue cancelado, aunque el juego fue distribuido. Sin embargo, Airworld nunca vio la luz.
Cada juego de Swordquest estaba basado en una mitología o cosmovisión: Earthworld estaba basado en el Zodíaco; Fireworld en el Árbol de la Vida; Waterworld en los chakras. Airworld iba a estar basado en el I-Ching e iba a ser el más difícil de todos, con cuartos hexadecimales cuyos dígitos controlarían las mecánicas del juego. Este concepto, sin embargo, fue demasiado difícil (había combinaciones contradictorias, como "jugador lento" y "enemigos rápidos" ), así que se cambió a un concepto combinatorio más sencillo, con 64 minijuegos. ¿Qué pasó con Airworld? Parece que el arte del juego existe, y aunque nunca fue completado diversos rumores de un prototipo han corrido en los foros de los fanáticos de Atari de vez en cuando. ¿Y los tesoros? No se sabe. Aparte del talismán y el cáliz, que llegaron a manos del público, nadie sabe qué fue de la corona, la piedra filosofal y la espada. Se dice que alguien llegó a ver dichos trofeos en la oficina de Jack Tramiel, el fundador de Commodore y uno de los compradores de Atari tras el crash de 1983, pero después de la muerte de dicho ejecutivo en 2012 no ha habido información al respecto. ¿Será posible encontrar estos tesoros? Por ahora, como pasó con el Arca de la Alianza en Indiana Jones, estas joyas (o abominaciones) aguardan perdidas o traspapeladas en una caja, esperando al valiente que quiera resolver el misterio.
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