¿Debe gustarme sólo porque es popular?

Mi indiferencia hacia algunos titanes de la industria


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La popularidad y la calidad son conceptos que normalmente se perciben uno de la mano del otro. Por un lado, si queremos saber qué tan popular es un videojuego, acudimos a sus números en ventas o descargas, ya que ese factor es fácilmente medible; por el otro, cuando pensamos en calidad podemos apelar al ojo entrenado de los especialistas, poner atención a sus impresiones y tomar una decisión. Sin embargo, hablando especialmente de la calidad, la relatividad es mayúscula, por lo que resulta complicado etiquetar un producto como bueno o malo.

Una de las cláusulas en mi código de ética gamer es jugar los títulos que me digan algo, que me llamen o que despierten en mí esa extraña curiosidad que estoy seguro que tú has sentido varias veces. Al probar un título por primera vez es muy común que tenga información acerca de cómo le ha ido en ventas, qué tanto se está hablando de él, sus estadísticas o qué estudio lo hizo, pero esos aspectos son secundarios para mí. Juego lo que me llama, lo que me llena la pupila, independientemente de cuántos usuarios compartan mi gusto.

Este viernes no será tan retro. Quiero hablarte de algunos títulos que tienen números impresionantes, pero que no me han provocado nada de lo que mencioné en el párrafo anterior. He escuchado hablar mucho de ellos, he visto gameplays y reseñas y, si así lo quisiera, podría jugarlos, pero el punto no es ése: el punto es que no han captado mi interés. Es muy probable que toque algunas fibras sensibles con lo que leerás a continuación, pero te pido que lo hagas con mente abierta y que, si así lo quieres, compartas tu sentir en los comentarios.

Minecraft: el fenómeno sueco

La obra maestra de Mojang Studios apareció hace una década y eso le ha bastado para posicionarse como el videojuego más vendido de la historia. Ha dejado muy atrás a Grand Theft Auto V y a Tetris, sus más cercanos competidores. Ha aparecido prácticamente en todas las plataformas existentes y tiene una base de usuarios de casi 150,000. Cuenta con un palmarés asombroso y creo que tendrá que pasar mucho tiempo para que otro proyecto llegue a esos niveles.

Minecraft es una hoja en blanco sobre la cual es posible plasmar lo que nuestra imaginación permite. Creo que ahí está el secreto de su rotundo éxito: es un juego que hacen los usuarios con ritmo, condiciones y reglas propias. Está pensado para que el jugador se sienta dueño de lo que hace, con total libertad de destruirlo y empezar desde cero o hacerlo crecer tanto como quiera. He visto creaciones majestuosas y sé que el título incluso se ha usado con fines educativos, lo cual me parece admirable.

A pesar de lo dicho, no es una premisa que me atraiga. Prefiero un ambiente más controlado con objetivos bien definidos que me dé una sensación de progresión y que no se prolongue para siempre. Simplemente no puedo dedicarle tanto tiempo a una experiencia virtualmente infinita, razón por la cual otras propuestas como Animal Crossing tampoco llaman mi atención. Admiro lo que este gran trabajo de Mojang ha logrado y celebro que Microsoft haya adquirido sus derechos. Sólo quiero terminar diciendo que Minecraft Dungeons sí está en mi lista de pendientes. Se ve muy interesante.

Es un juego muy cuadrado
Es un juego muy cuadrado

Super Smash Bros.: el inmenso crossover de Nintendo

Con más de 2 décadas de existencia y 5 títulos en su haber, la franquicia creada por Masahiro Sakurai ha generado una muy extensa comunidad de fans. Ha trascendido de tal manera que varios personajes de otros universos se han integrado a la larga lista de peleadores, como Snake de Metal Gear o Ken Masters de Street Fighter. La plantilla inició con la modesta cantidad de 12 personajes en el Nintendo 64, pero actualmente ya cuenta con más de 70 en la versión Ultimate para Nintendo Switch. Las peleas no sólo se han quedado en casa, sino que se han trasladado a torneos de gran calibre como los organizados por la Major League Gaming o el famosísimo EVO (Evolution Championship Series).

El brawler de Sakurai rompió el paradigma del juego de pelea tradicional. Hasta 4 luchadores comparten el escenario y su objetivo no es reducir a nada la barra de energía de los oponentes, sino incrementar sus contadores de daño para después derribarlos de la plataforma. A pesar de haber salido a la luz en la generación del Nintendo 64, alcanzó mayor notoriedad con la entrega para Nintendo GameCube titulada Super Smash Bros. Melee, cuyas ventas fueron casi duplicadas por su sucesor para Wii: Super Smash Bros. Brawl. Después de un paso modesto por el Wii U y el Nintendo 3DS, llegó a Nintendo Switch con la versión Ultimate, que incluye a todos los personajes de las entregas anteriores y prácticamente ha vendido el doble de lo alcanzado por Brawl.

Mi primera aproximación a la serie fue en el GameCube. Técnicamente me impresionó, pero me sentí abrumado por la mecánica de juego y la forma en la que se desarrollan los eventos en la pantalla. No me atrajo la fórmula y siempre la he considerado sobresaturada. Se me complica mucho seguir y entender todo lo que está sucediendo. Siento cierta envidia porque he visto a mis amigos jugar y divertirse como enanos, mientras yo sólo hago button mashing y espero lo mejor. ¿Has visto cómo juegan futbol los niños pequeños que apenas están aprendiendo? Corren persiguiendo el balón y cuando lo encuentran sólo lo patean en cualquier dirección. Así me siento jugando Super Smash Bros. Voy de un lado a otro soltando golpes y probando combinaciones de botones sin saber realmente qué funciona y qué no. Podría destinar un tiempo a explorarlo y seguramente me divertiría, pero eso no está en mis planes.

Con este juego me siento tal como Donkey Kong en esta imagen
Con este juego me siento tal como Donkey Kong en esta imagen

Pokémon: los monstruos de bolsillo que llegaron para quedarse

La fiebre amarilla apareció en 1996 y se convirtió en un fenómeno mundial desde sus inicios. Es una saga tan influyente y exitosa que ha aparecido en todos los sistemas de Nintendo desde entonces e incluso ha trascendido la barrera de las consolas de gaming dedicadas saltando a los móviles con Pokémon Go. Esta versión que hace uso de la Realidad Aumentada también fue un rotundo éxito que, debo confesar, sí llamó un poco mi atención, pero no tanto como para convertirme en entrenador.

Fui ferviente lector de la Revista Club Nintendo y me gustaba consumirla de cabo a rabo, pero al llegar a algo relacionado con Pokémon, siempre me lo saltaba. La impresión que tengo es que todas sus iteraciones son iguales, pero supongo que deben tener algo muy especial porque siguen apareciendo y pegando con tubo. Sin duda es una franquicia que se ha vuelto infaltable en la industria.

Aunque el juego como tal no me interesa, sí me llama la atención la controversia que ha causado en distintos ámbitos como la religión, crueldad con los animales, la salud y algunas demandas como la de Morrison Entertainment Group por supuestas infracciones de derechos sobre Monster in my pocket. Tal vez la mayor polémica sea la de Pokémon Go, ya que por su mecánica de juego ha provocado algunos accidentes de gente inmersa en su teléfono que cae en alguna alcantarilla abierta o incidentes con las autoridades que han recibido denuncias de invasión de propiedades, todo esto por la necesidad imperiosa de los usuarios de capturar a los preciados monstruos con una certera pokebola.

Una creativa pero controversial idea
Una creativa pero controversial idea

La calidad y la popularidad están ahí, pero…

Como videojugadores y en la vida en general debemos desarrollar criterios para tomar decisiones. Dejarse llevar por las modas o simplemente ir como Vicente; es decir, a donde va toda la gente, no siempre es buena idea. Con esto no quiero decir que sea malo jugar lo que está en tendencia, más bien a lo que voy es a que debemos jugar lo que nos satisfaga y nos haga sentir bien. Aquí sólo mencioné 3 ejemplos personales, pero sé que allá afuera hay mucha gente a la que no le gusta Zelda, Mario o Resident Evil, lo cual me parece muy lógico y normal. Es más, hasta podría calificarlo como saludable. Lo importante es enfocarse en lo que es mejor para nosotros y no subirse al tren sin siquiera saber quién lo va conduciendo o hacia dónde va. Es importante aclarar que de ninguna manera pienso que los títulos que he mencionado sean malos. Sería absolutamente injusto e irracional decir tal cosa. Sólo he expuesto las razones por las que no me atraen.

Seguramente tienes ejemplos de títulos muy famosos y bien vendidos que no te agradan ni despiertan tu interés. Si es así, te pido que me dejes un comentario y, al mismo tiempo, te invito la próxima semana para un #ViernesRetro más.

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