el blog para los exorcistas

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Medalla de San Benito aleja al mal La medalla jubilar de San Benito es un sacramental reconocido por la Iglesia como poseedor de un gran poder de exorcismo. Fue instituido en memoria de San Benito. Como todo sacramental, los católicos no ponen su poder en la medalla misma, pues consideran que ese poder viene de Cristo, quien lo otorga a la Iglesia, y por la fervorosa disposición de quién usa la medalla. La fecha exacta sobre la manufactura de la primera Medalla de San Benito es un misterio. En algún punto de la evolución de esta devoción cristiana se encontraron letras en la parte de atrás de la medalla. En el año 1647, unas mujeres fueron juzgadas por hechicería, en el proceso declararon que no habían podido dañar el monasterio de los benedictinos, porque se encontraba protegido por el signo de la santa Cruz. Se buscó entonces en el monasterio de Metten ( Baviera, Alemania) y se encontraron pintadas antiguas representaciones de esta cruz, con la inscripción que se explicará más abajo. Pero estas iniciales misteriosas no pudieron ser interpretadas, hasta que en un manuscrito de la biblioteca, iluminado en el mismo Monasterio de Metten, en 1414 y conservado hoy en la biblioteca Estatal de Munich, se vio una imagen de san Benito, con esas palabras. Un manuscrito anterior, del siglo XIV y procedente de austria, que se encuentra en la biblioteca de Wolfenbüttel, parece haber sido el origen de La imagen y del texto. En el siglo XVII J.R. Thiers, erudito francés, la juzgó supersticiosa, por los enigmáticos caractéres que la acompañan, pero el Papa Benedicto XIV, la aprobó en 1742 y la fórmula de su bendicion se incorporó al Ritual Romano. La versión final de esta medalla data del año 1880 en memoria de los 1400 años del natalicio de San Benito.La medalla es usada de diversas maneras: colgado alrededor del cuello con una cadenita, en el rosario, en el bolsillo, en el centro de una cruz, en carro o casa de los fieles, en los cimientos de un edificio. Descripción y simbolismos de la medalla La medalla es una exaltación del amor a Cristo de acuerdo a los fieles cristianos del catolicismo, se reconoce su poder para alejar el mal por medio de la fe de sus seguidores. cara frontal Al frente de la medalla aparece la figura de San Benito sosteniendo dos cosas. Sostiene en su mano derecha una cruz (a la cual la tradición le adjudica un gran amor por parte del monje, y en su mano izquierda el libro de las Reglas, con la oración rodeando la figura del santo: Eius in obitu nostro praesentia muniamur!: "A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia". (Oración de la Buena Muerte). Benito es el patrón de la buena muerte. En el fondo de la imagen aparece una copa envenenada, de la cual, cuando el santo hizo sobre ella la señal de la cruz, salió una serpiente. Un enemigo celoso intentó envenenarlo dándole una hogaza de pan envenenada, mas al pretender comérsela se la llevó un cuervo (estos detalles aparecen en la medalla). Arriba de la cruz aparecen las palabras Crux sanctis patris Benedicti Reverso de la medalla El reverso muestra la cruz de San Benito con las letras:
  • Crux sanctis patris Benedicti (C.S.P.B.): que en castellano es: Cruz del Santo Padre Benito
  • Crux sacra sit mihi lux! (C.S.S.M.L.): "La santa Cruz sea mi luz" (crucero vertical de la cruz)
  • Nunquam draco sit mihi dux (N.D.S.M.D.): "y que el Dragón no sea mi Señor (dux = duque = Señor/Lord en un sentido feudal, en clara analogía al Señor Celeste, Dios mismo)." (crucero horizontal)

En círculo, comenzando por arriba hacia la derecha:

  • Vade retro Satana! (V.R.S.): "¡Retrocede Satanás!" (Vade =Ir ; Retro= Atras)
  • Nunquam suade mihi vana! (N.S.M.V.): "para de atraerme con tus mentiras"
  • Sunt mala quae libas. (S.M.Q.L.): "Venenosa es tu carnada"
  • Ipse venena bibas! (I.V.B.): "Trágatela tu mismo".
  • PAX: "Paz"

Bendición de la medalla de San Benito


(deber ser hecha por un sacerdote)


Exorcismo de la medalla


(Signo de la cruz) En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén V. Nuestro auxilio nos viene del Señor R. Que hizo el cielo y la tierra.


Te ordeno, espíritu del mal, que abandones esta medalla, en el nombre
de Dios + Padre Omnipotente, que hizo el cielo y la tierra, el mar y
todo lo que en ellos se contiene.


Que desaparezca y se aleje de esta medalla toda fuerza del adversario, y todo el que la usare goce de la salud de alma y cuerpo.


En el nombre de Dios Padre + Omnipotente y de su Hijo Jesucristo +
Señor nuestro, y del Espíritu Santo + Paráclito, por la caridad de
Jesucristo, que ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos y al
mundo por el fuego. R. Amen.


Kyrie, Eleison. Christe, Eleison. Kyrie, Eleison.


Bendición


V. Señor, escucha mi oración R. Y llegue a ti mi clamor V. El Señor esté con vosotros R. Y con tu espíritu


Oremos: Dios omnipotente, dador de todos los bienes, te suplicamos
humildemente que por la intercesión de nuestro Padre San Benito,
infundas tu bendición + sobre esta sagrada medalla, a fin de que quien
la lleve, dedicándose a las buenas obras, merezca conseguir la salud del
alma y del cuerpo, la gracia de la santificación, y todas la
indulgencias que se nos otorgan, y que por la ayuda de tu misericordia
se esfuerce en evitar las asechanzas y engaños del enemigo, y merezca
aparecer santo y limpio en tu presencia. Por Cristo, nuestro Señor.-
Amén.


(Se rocía con agua bendita diciendo con el Signo de la cruz) En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén ________________________________________


[editar] Indulgencias
El 12 de marzo de 1742 Benedicto XIV otorgó indulgencia plenaria a la medalla de San Benito si la persona cumple las siguientes condiciones:


Si realiza el Sacramento de la Reconciliación, recibe la Eucaristía,
ora por el Santo Padre en las grandes fiestas y durante esa semana reza
el santo rosario, visita a los enfermos, ayuda a los pobres, enseña la
Fe Cristiana o participa en la Santa Misa.


Las grandes fiestas de las que se habla arriba son: Navidad, Epifanía, Pascua de Resurrección, Ascensión, Pentecostés, la Santísima Trinidad, Corpus Christi, La Asunción, La Inmaculada Concepción, el nacimiento de María, todos los Santos y fiesta de San Benito.


Quienes lleven la medalla de San Benito a la hora de la muerte serán
protegidos siempre que se encomienden al Padre, se confiesen y reciban
la comunión o al menos invoquen el nombre de Jesús con profundo arrepentimiento.


[editar] Indulgencias parciales

  • Serán otorgados 200 días de indulgencia, si uno visita una semana a los enfermos o visita la Iglesia o enseña a los niños la Fe.
  • 7 años de indulgencia , si uno celebra la Misa o esta presente, y ora por el bienestar de los cristianos, o reza por sus gobernantes.
  • 7 años si uno acompaña a los enfermos en el día de todos los Santos.
  • 100 días si uno hace una oración antes de la Santa Misa o antes de recibir la sagrada Comunión.
  • Cualquiera que por cuenta propia por su consejo o ejemplo convierta a un pecador, obtiene la remisión de la tercera parte de sus pecados.
  • Cualquiera que el Jueves Santo o el día de Resurrección, después de una buena confesión y de recibir la Eucaristía, rece por la exaltación de la Iglesia, por las necesidades del Santo Padre, ganará las indulgencias que necesita.
  • Cualquiera que rece por la exaltación de la Orden Benedictina, recibirá una porción de todas la buenas obras que realiza esta Orden.
  • El Crucifijo con medalla de San Benito
El Crucifijo de la Buena Muerte y la Medalla de San Benito han sido reconocidos por la Iglesia como una ayuda para el cristiano en la hora de tentación, peligro, mal, principalmente en la hora de la muerte. Le ha dado al Crucifijo con la medalla Indulgencia Plenaria. La indulgencia plenaria de la Cruz de la Buena Muerte, quien realmente crea en la santa Cruz, no será apartado de El, ganará indulgencia plenaria en la hora de la muerte. Si este se confiesa, recibe la Comunión o por lo menos con el arrepentimiento previo de sus pecados, llamando el Santo nombre de Jesús con devoción y aceptando resignadamente la muerte como venida de las manos de Dios. Para la indulgencia no basta la Cruz, debe representarse a Cristo crucificado. Esta cruz también ayuda a los enfermos para unir nuestros sufrimientos a los de Nuestro Salvador. Aquel que haya sido excomulgado de la iglesia y arrepentido cumpla su penitencia una vez se haya confesado ante la autoridad, obispo o superior y comulgue el domingo de resurrección sera glorificado. Jn.13 31-35 Exorcismo En algunas religiones o culturas, se denomina exorcismo a la acción sobrenatural de expulsión, realizada contra una fuerza maligna, utilizando un método religioso para expulsar, sacar o apartar a dicho ente de la persona u objeto que se encuentra poseído(a) por la entidad maligna (Ver, como ejemplo, posesión demoníaca). Estos entes dependiendo de las creencias de los implicados, pueden ser demonios, espíritus, brujos, etc. El objeto de la posesión puede ser una persona o animal, objetos e incluso lugares como pueblos o casas (poltergeist). La posesión puede ser total (el ente toma control de las funciones del poseído, puede moverse, hablar, etc, a través de la víctima) o parcial (en la que el ente utiliza al poseído para alguna actividad concreta, como los íncubos o súcubos, que mantienen relaciones sexuales con la víctima mientras ésta duerme). El exorcismo se ha llevado al cine, en películas como El Exorcista (William Friedkin, 1973), basada en la novela homónima de William Peter Blatty o Constantine (Francis Lawrence, 2008), basada en el cómic Hellblazer, de Jamie Delano y Garth Ennis. Otra película es El Exorcismo de Emily Rose basada en un caso real del exorcismo de una joven supuestamente poseída, en el cual ésta acaba falleciendo, siendo sus padres y curas participantes juzgados y condenados por negligencia médica; The Rite, estrenada a principios de 2011, es otra película que gira en torno a esta actividad, está basada en las investigaciones del periodista Matt Baglio. Exorcismo católico El ritual de exorcismo incluye la repetición continua de oraciones y órdenes de expulsión, y el uso de objetos que pueden repeler al ente, en este caso un demonio, como crucifijos, agua bendita, reliquias, entre otros. El exorcismo en la teología católica halla su base en los textos evangélicos donde se narran las liberaciones y expulsiones de demonios que realizó Jesús como con los endemoniados de Gadara (Mt. 8,28 ss) a un joven (Mc. 9,21) mencionando por ejemplo que para vencer a algunos demonios se requería la práctica de ayuno y oración (Mt. 17,19) un poder que incluso tenían sus discípulos (Lc. 10,17). Siete casos específicos de posesión se relatan en los evangelios. En los primeros siglos no existían fórmulas precisas para exorcizar, aunque sí el carisma de expulsar demonios, el cual era usado por los apologistas cristianos para mostrar la divinidad del cristianismo, por ejemplo Tertuliano (Apología. 23) o Minucio Félix (Octavio 27). El primer libro con fórmulas de exorcismo es el Statua Ecclesiæ Latinæ a fines del año 500, surge así una literatura exorcista con libros como el Malleus Maleficarum de 1494 (J. Sprengurus) el Flagellum Dæmonum de 1606 (V. Polidorus), Manuale Exorcistarum (C. Brognolus) 1720. Según el artículo del Catecismo de la Iglesia Cátolica #1673: Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del maligno y sustraída a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (cf. Mc 1:25s), de El tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar. (cf. Mc 3:15; 6:7,13; 16:17). En forma simple, el exorcismo tiene lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne sólo puede ser practicado por un obispo o un sacerdote con el permiso del obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia, observando estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta expulsar a los demonios o liberar del dominio demoníaco gracias a la autoridad espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. (...) Muy distinto es el caso de las enfermedades, sobre todo psíquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia médica. Por tanto, es importante asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, de que se trata de una presencia del Maligno y no de una enfermedad. (cf. CIC can. 1172). Principales criterios para el correcto discernimiento de posesión diabólica según el nuevo ritual

Habiendo sido descartada una anomalía psíquica, ya sea patológica o
paranormal, suelen considerarse signos de posesión diabólica: La
aversión vehemente hacia Dios, la Virgen, los Santos, la cruz y las imágenes sagradas.

Además, dependiendo del fin bueno o dañino para el cual las emplea,
se podrá discernir si las siguientes producciones de la persona
investigada, son dones de Dios, o signos de posesión:

El hablar con muchas palabras de lenguas desconocidas o entenderlas.Hacer presentes cosas distantes o escondidas.Demostrar más fuerzas de lo normal.

Para la práctica del exorcismo es necesaria la autorización del obispo, que puede ser concedida vez por vez para cada caso específico o de manera general y permanente al sacerdote que ejerce el ministerio de exorcista en la diócesis.


Los Sacerdotes de la Iglesia Católica para la realización del exorcismo lo hacen bajo lo estipulado en el Rituale Romanum. Actualmente se debería utilizar la versión aprobada por el Sumo Pontífice en enero de 1999.

Ritual romano
El Ritual Romano (Latín: Rituale Romanum) es un texto religioso de la Iglesia Católica. Como su nombre indica, contiene varios rituales religiosos utilizados en la fe católica que no se encuentran ni en el misal ni en el breviario, aunque algunos están duplicados. Aunque el texto es famoso por su ritual para el exorcismo (que a su vez se dio a conocer al gran público a través de la película El Exorcista de 1973), en él se hallan asimismo una gran variedad de oraciones y bendiciones. Aunque cada vez es más raro de hallar, cada diócesis católica del mundo dispone de un sacerdote para tratar el exorcismo, que utiliza el Ritual Romano como único texto válido para su práctica.


En 1999, el Cardenal Jorge Medina Estévez presentó a la prensa en Ciudad del Vaticano la nueva versión del Rituale Romanum, diferente de la que se viene utilizando desde 1614. Esta actualización es el resultado de más de diez años de trabajo y el apartado sobre exorcismos se titula De exorcismis et supplicationibus quibusdam (Sobre los exorcismos y ciertas súplicas), aunque se le conoce como El Exorcismo para el Nuevo Milenio. El Papa Juan Pablo II aprobó este texto para su uso en todo el mundo. Esta nueva fórmula de exorcismo es el resultado de una petición de la Conferencia episcopal alemana
para que se elimine el Ritual Romano, y específicamente el exorcismo,
en su totalidad. El nuevo Ritual Romano ha sido objeto de duras críticas
por elementos del Vaticano y exorcistas destacados como fray Gabriele Amorth. No obstante, en el prólogo a la obra revisada se permite conservar el ritual antiguo, incluyendo el exorcismo tradicional en latín.


Estos son los capítulos en el Ritual Romano original, según el Rituale
Romanum Pauli V Pontificis Maximi Jussu Editum, Aliorumque Pontificum
Cura recognitum. Atque ad normam Codicis Juris Canonici accommodatum.
SSMI D. B. PII PAPAE XII auctoritate ordinatum et auctum. Editio I Juxta
Typicam Vaticanam:

  • I (caput unicum)
  • II DE SACRAMENTO BAPTISMI (Sacramento del Bautismo)
  • III DE SACRAMENTO CONFIRMATIONIS (Sacramento de la Confirmación)
  • IV DE SACRAMENTO POENITENTIAE (Sacramento de la Penitencia)
  • V DE SANCTISSIMO EUCHARISTIAE SACRAMENTO (Sacratísimo Sacramento de la Eucaristía)
  • VI DE SACRAMENTO EXTREMAE UNCTIONIS (Sacramento de la Extremaunción)
  • VII DE EXSEQUIIS (Sobre las Exequias)
  • VIII DE SACRAMENTO MATRIMONII (Sacramento del Matrimonio)
  • IX DE BENEDICTIONIBUS (Sobre las Bendiciones)
  • X DE PROCESSIONIBUS (Sobre las Procesiones)
  • XI DE LITANIAE APPROBATAE (Letanías aprobadas)
  • XII DE EXORCIZANDIS OBSESSIS A DAEMONIO (Sobre el exorcismo de los poseídos por el Demonio)
Reliquias cristianas Se llaman reliquias en la Iglesia católica a los restos de los santos después de su muerte. En un sentido más amplio, una reliquia constituye el cuerpo entero o cada una de las partes en que se haya dividido, aunque sean muy pequeñas. Las reliquias también designan a los ropajes y objetos que pudieran haber pertenecido al santo en cuestión o haber estado en contacto con él, considerados dignos de veneración. Eran reliquias “milagrosas” el aceite de las lámparas que se encendían delante de los cuerpos de santos, así como las sábanas dispuestas sobre las tumbas, incluso el polvo recogido en los "loculi" (lugar de enterramiento en las catacumbas). Ropajes y cualquier otro objeto propiedad del mártir, incluso hilos extraídos del tejido de una prenda. En ocasiones estos objetos fueron tenidos como milagrosos en vida de sus propietarios. Las cadenas con que habían sido atados en el calabozo los mártires y otros objetos de tortura eran reliquias muy preciadas. La cruz y los clavos del mártir que moría crucificado eran muy venerados. San Ambrosio (Siglo IV) recogió estos objetos después de la muerte de los santos Vital y Agrícola en su patíbulo en Bolonia y los llevó a la iglesia de Santa Juliana de Florencia. Agustín de Hipona, da noticia en sus escritos sobre una de las piedras que lapidaron a Esteban y Pedro, primeros mártires de la Cristiandad, que fue llevada a Ancône (Francia) y que contribuyó a extender el culto y la devoción hacia este santo. En los Museos Vaticanos se conservan muchas reliquias de este tipo. Los lugares en que los mártires habitaban fueron tenidos como reliquia, y en muchas ocasiones se construyeron basílicas allí mismo. Pero sobre todo, el lugar preferido para levantar templos fue el sitio donde había tenido lugar la muerte de los santos. El culto a las reliquias se remonta a los comienzos del Cristianismo. Los primeros restos recogidos de los que se tiene noticia fueron los de San Esteban (primer mártir de la Iglesia Católica), y de ellos se conservan bastantes documentos acreditativos a través de los siglos. El culto a las reliquias ha sido siempre un fenómeno de gran importancia social, económica y cultural. En los principios del cristianismo, los restos de los santos fueron considerados como una protección para la persona que los poseía y una ayuda para conseguir aquello que resultara más inalcanzable. Poseer una reliquia significaba poseer una fuerza especial frente a lo adverso, y esto llevó al deseo de éstas a cualquier precio, adquiriendo gran importancia en el Siglo XVI y sobre todo en la dinastía de los Austrias. Los cuerpos como reliquia Los cuerpos de los mártires llegaron a ser lo más precioso y digno de veneración para aquellos cristianos de los primeros tiempos. Hasta tal punto era así, que exponían muchas veces su propia vida cuando se precipitaban en la arena de los anfiteatros para recogerlos. Recogían asimismo la sangre derramada, empapándola en esponjas, paños o cualquier otra materia absorbente. Esta reliquia era llamada sangre de los mártires. Otra manera de obtener estas reliquias era mediante la compra, generalmente pagando en plata. Una vez obtenidas de una forma o de otra las preparaban con perfumes y ungüentos y las envolvían en ricos tejidos, sobre todo en dalmáticas enriquecidas con oro y púrpura. Muchas de estas reliquias de cuerpo entero se encuentran todavía en las catacumbas, en lugares especiales para su enterramiento llamados loculi. Una vez envuelto el cuerpo en la dalmática buscaban un enterramiento digno y lo decoraban, convirtiéndolo en santuario para sus oraciones y exaltaciones. El culto a las reliquias estaba totalmente arraigado en este periodo de los mártires y las persecuciones a los cristianos. El cuerpo de un santo como reliquia llegó a ser indispensable para presidir las asambleas. Las personas particulares también hacían lo imposible por conseguir una reliquia. Se llegaba a pagar por el cuerpo de un mártir sumas considerables, verdaderos tesoros que los fieles cambiaban por lo que ellos consideraban el auténtico tesoro eterno. Así lo hace constar Baronius en sus notas al martirologio romano cuando dice: Christianos consuevisse redimere corpora sanctorum ad sepeliendum ea, acta diversorum matyrum saepe testantur ("los cristianos acostumbraban recuperar los cuerpos de los santos para darles sepultura, dando fe de los hechos de los distintos mártires";). La adquisición de una reliquia fue motivo en más de una ocasión de altercados, incluso combates, entre distintas ciudades que se la disputaban. Así ocurrió en Francia, entre los habitantes de Poitiers y los de Tours que mantuvieron una larga reyerta por la posesión del cuerpo de San Martín. (Greg. Turon. Hist. Franc. 1. I. c. 43). Desde los comienzos del cristianismo los restos de los mártires estuvieron ligados al sacrificio eucarístico, celebrando los misterios sobre su tumba. No se concebía un altar si no era enterramiento de un santo. En el año 269 el papa San Félix I promulgó una ley para asegurar esta costumbre. Las primeras basílicas construidas después de las persecuciones fueron erigidas encima de las criptas donde yacían los cuerpos de los mártires. Más tarde, algunos de estos cuerpos fueron trasladados a las ciudades para depositarlos en los templos suntuosos construidos para recibirlos. Es más, el quinto concilio de Cartago decretó que no sería consagrada ninguna nueva iglesia que no tuviera una reliquia en su altar. Se llegaron a depositar los cuerpos-reliquia en las puertas de las iglesias y los fieles debían besarlos antes de entrar. Otro lugar donde se conservaban era en oratorios privados y a veces incluso en casas particulares. En la segunda mitad del siglo IV empezó la práctica de fragmentar los cuerpos de los santos para repartirlos. Varios teólogos apoyaron la teoría de que por pequeño que fuera el fragmento mantenía su virtud terrena y sus facultades milagrosas. Así las reliquias se convirtieron en instrumento de prestigio y fuente de ingresos. Todo esto favorecería el terreno artístico pues algunos autores creen que el inicio de las imágenes está precisamente en el receptáculo para las reliquias. A comienzos del siglo XIII en el IV Concilio de Letrán, se prohibirá la veneración de reliquias sin "certificado de autenticidad"; así el comercio de reliquias, que había ido en auge en los últimos siglos (en el siglo IX había surgido una asociación consagrada a la venta y regulación de reliquias), irá disminuyendo. En este concilio se acuerda: "Cap. 62. De las reliquias de los Santos. Como quiera que frecuentemente se ha censurado la religión cristiana por el hecho de que algunos exponen a la venta las reliquias de los Santos y las muestran a cada paso, para que en adelante no se la censure, estatuimos por el presente decreto que las antiguas reliquias en modo alguno se muestren fuera de su cápsula ni se expongan a la venta. En cuanto a las nuevamente encontradas, nadie ose venerarlas públicamente, si no hubieren sido antes aprobadas por autoridad del Romano Pontífice..." Recuperación de los cuerpos como reliquia
  • Una de las narraciones más antiguas sobre este tema está en las actas de la pasión del obispo de Antioquía, San Ignacio, que murió en el anfiteatro de Roma en el año 107, bajo el mandato del emperador Trajano. Fue devorado en la arena por las fieras. Los cristianos se lanzaron para rescatar el cuerpo de Ignacio, y lo envolvieron en ricos tejidos para llevarlo de nuevo a su ciudad, Antioquía.
  • Siendo emperador Diocleciano (245-313), Aglae (una mujer rica que vivía en Roma) envió a Bonifacio, su criado, a recoger los cuerpos que encontrara de los mártires para guardarlos como reliquias. Bonifacio partió llevando varias carretas, oro y tejidos preciosos. Pero Bonifacio fue detenido y ejecutado, así que los tesoros que transportó y los tejidos sirvieron para que sus amigos pudieran rescatar su propio cadáver, que fue considerado como reliquia.
  • En el siglo VIII, el rey de los lombardos Luitprand desembolsó una suma considerable para hacerse con el cuerpo de San Agustín que se hallaba en poder de los bárbaros.
  • Lo mismo ocurrió con las reliquias de San Juan Bautista, que estaban en manos de paganos comerciantes.
Reliquias por contacto No sólo era una reliquia sagrada el cuerpo entero del mártir sino multitud de objetos grandes o pequeños que habían pertenecido al santo o habían estado en contacto con él.
  • Eran reliquias milagrosas el aceite de las lámparas que se encendían delante de los cuerpos, así como las sábanas dispuestas sobre las tumbas, llamadas brandea. Incluso se tenía como reliquia el polvo recogido en los loculi (lugar de enterramiento en las catacumbas).
  • Ropajes y cualquier otro objeto propiedad del mártir, incluso hilos extraídos del tejido de una prenda. En ocasiones estos objetos fueron tenidos como milagrosos en vida de sus propietarios. A San Pablo le pedían a veces su capa para la curación de algún enfermo.
  • Instrumentos de tortura. Las cadenas con que habían sido atados en el calabozo eran una reliquia muy preciada. Según cuenta San Gregorio Magno, se distribuían las limaduras metidas en pequeñas llaves de oro. El mismo San Gregorio envió una de esas llaves a Childeberto (511-558), rey de los francos (Epist. VI. Lib. 6) y otra a Dinamius, un ilustre patricio galo.
  • La cruz y los clavos del mártir que moría crucificado eran muy venerados. San Ambrosio (siglo IV) recogió estos objetos después de la muerte de los santos Vital y Agrícola en su patíbulo en Bolonia y los llevó a la iglesia de Santa Juliana de Florencia. Agustín de Hipona (San Agustín, 354 - 430) da noticia en sus escritos sobre una de las piedras que lapidaron a Esteban, primer mártir de la cristiandad, que fue llevada a Ancône (Francia) y que contribuyó a extender el culto y la devoción hacia este santo. Muchos instrumentos de suplicio fueron encontrados en las tumbas, junto al cadáver. En uno de los Museos Vaticanos se guardan un gran número de ellos.
  • Los lugares en que los mártires habían vivido o simplemente habían pasado algún tiempo fueron tenidos como gran reliquia, por eso en muchas ocasiones se construyeron basílicas allí mismo, como ocurrió con la de Martín de Tours, construida en el lugar donde se suponía que había entregado la mitad de su capa a un pobre que se le apareció. El lugar preferido para levantar templos fue el sitio donde había tenido lugar la muerte, sobre todo en la ciudad de Roma.
Catálogo de reliquias relevantes Reliquias relacionadas con Jesucristo Reliquias de la Pasión
  • Cruz. La vera cruz o cruz donde Jesucristo fue crucificado. La que la cristiandad consideró auténtica fue encontrada por la madre del emperador Constantino y perdida tras la derrota cruzada en la batalla de Hattin. Existen bastantes dudas de su autenticidad, dado que las astillas supuestamente sacadas de esta son tan numerosas que hacen pensar que con ellas se podrían construir muchas cruces; Calvino fue posiblemente el primero que hizo esta especulación, diciendo que si se juntaran llenarían un barco.

Artículo principal: Vera Cruz (cristianismo)

  • Lanza. La lanza sagrada o lanza que el centurión romano Longinus usó para atravezar el costado de Cristo. Tras muchos vaivenes, se guardó en la catedral de Núremberg. Un estudio reciente afirma que se trata de una punta de lanza del siglo IV con un clavo de la época de Jesús.

Artículo principal: Lanza Sagrada

  • Cáliz. El santo grial del que existen numerosas interpretaciones, definiciones, versiones... la más aceptada dice que es el calíz de la última cena. En su origen parece haber sido un cuenco donde José de Arimatea recogió la sangre del crucificado. El Santo Catino de Génova y el Santo Cáliz de la Catedral de Valencia son los que, tradicionalmente, se han disputado ser los verdaderos.
  • Corona de espinas. Luis IX de Francia mandó construir en 1248 en París la Sainte Chapelle, para recibir en ella la corona de espinas de Cristo y guardar diversas reliquias.
  • Sábana:
  • Sábana santa de Turín. Quizás la reliquia más conocida sobre este tema sea la Sábana Santa o Sudario de Turín. Diversos estudios han dado datos contradictorios: mientras unos los fechan en la edad media, otro creen que su formación es tan extraña que no puede ser reproducida ni con los medios actuales.

Artículo principal: Sudario de Turín

Artículo principal: Santo Rostro

Véase también: Vera icon

  • Santo Sudario de Oviedo. La Catedral de Oviedo en Asturias (España), es llamada sancta Ovetensis por la calidad y cantidad de reliquias. En esta catedral se custodia una Sábana Santa o Santo Sudario dentro de un marco de madera chapeado de plata del siglo XVIII, guardado en un armario con 2 llaves, una en poder del arzobispo y otra en poder del Deán de la Catedral. En el congreso internacional que se celebró en Oviedo en 1995 se determinó que el Santo Sudario de Oviedo y la Sábana Santa de la Catedral de Turín estuvieron en contacto con el mismo cuerpo.

Artículo principal: Santo Sudario de Oviedo

  • Clavo de la Cruz:
  • La reina lombarda Teodelinda mandó construir en 595 la Catedral de Monza (antigua capital de los lombardos). En esta catedral se conserva la corona de hierro de Lombardía que según la tradición fue elaborada con un clavo utilizado en la crucifixión de Jesucristo.
  • Otro clavo de la Cruz se venera en la Catedral de Milán. Fue encontrado por Santa Elena, madre de Constantino, en Tierra Santa. Lo ocultó en el freno de un caballo. Después lo mandó colocar en una gran cruz de madera cubierta de cristal.
  • La columna de la Flagelación.
  • La Santa Esponja.
Reliquias corporales Demonio En la religión, folclore y mitología cristianas, un demonio es un espíritu sobrenatural, generalmente malévolo. Con frecuencia se lo representa como una fuerza que puede ser conjurada o controlada.

La tentación de San Antonio (c. 1475), de Martin Schongauer (1448-1491).

Ya se pueden encontrar referencias a buenos demonios en Hesiodo y Shakespeare. En la actualidad, el buen demonio es generalmente un dispositivo literario (por ejemplo, el demonio de Maxwell).


En el lenguaje común, para desacreditar a una persona se la «demoniza».


Supuestamente, los demonios pueden poseer a personas, animales o cosas para sus propios objetivos, pero en la mayoría de las religiones pueden expulsarse mediante el exorcismo.

Concepción judeocristiana
La concepción más extendida en Occidente es la judeocristiana, según la cual los demonios son espíritus del mal con la potestad de poseer a los seres humanos. Para el cristianismo, en particular, los demonios son espíritus inmundos, esbirros de Satanás (príncipe de este mundo y enemigo declarado de Dios y sus ángeles, cuya morada es el regnum caelorum [‘reino de los cielos’]). Se identifica a Satanás como el Ángel caído, que se rebeló contra Dios.


No obstante, en un sentido general y apartándose de la cosmovisión
judeocristiana, para otras culturas los demonios no son necesariamente
considerados seres malvados. Los griegos, por ejemplo, dividían a los
demonios entre buenos y malignos: agatho démones (αγαθοδαίμονες) y caco démones
(κακοδαίμονες), respectivamente. Mientras que los agatodémones se
asemejan a la noción judaica de ángel protector, los cacodémones, por su
parte, no serían otros que los ángeles caídos a los que se refiere la
tradición judeocristiana. Tal es el caso de Lucifer, príncipe de los demonios, que el cristianismo identifica con Satanás.

Tríada de demonios
Algunos autores hermenéuticos relacionados con el cristianismo han creado una simetría entre la Trinidad católica (Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo), y una tríada supuestamente opuesta, Lucifer, Anticristo y Falso profeta.
Esos autores consideran que la Trinidad posee un proceso comunicativo
intradivino que se inicia en el Padre creador, sigue en el Hijo
salvador, y termina en el Espíritu Santo iluminador). Esas cualidades
estarían reflejadas en la tríada inversa: primero Lucifer destructor,
después el Diablo pervertidor (que supuestamente sería el Anticristo), y
finalmente Satán oscurecedor.

Según la mitología griega, los demonios eran seres humanos utilizados por los dioses griegos
para llevar las malas noticias al pueblo. De ahí viene la asociación de
«mensajeros del mal». Por otra parte los mensajeros (άγγελος o ángelos)
eran los que llevaban el mensaje entre los dioses. Estos eran
considerados seres excelsos, ya que permanecían entre los gobiernos
(montes) de los dioses y no se daban a conocer al pueblo.


Véase también: daemon o daimon.


Los filósofos griegos de las corrientes socráticas (tales como Platón, discípulo de Sócrates)
mencionaban que los demonios eran seres encargados de otorgar el saber y
guiar al humano, tal y como lo menciona Platón en la apología de
Sócrates mencionándolo como «el hombre que siempre tuvo un dæmon a su lado».


[editar] Sinónimo de diablo
Demonio también es un sinónimo de diablo. Proviene del verbo griego διαβάλλωηΞ (diabál•ló),
que significa, entre otras cosas: ‘calumniar, falsear, mentir’. Véase
el contexto circunstancial que determina el significado que califica al
portador del nombre, de lo que se deduce que de entre todas las
acepciones posibles ‘calumniador, falseador, mentiroso’ es la apropiada.


A través del latín, el griego ha dado origen al español «diablo».


Expresión de la maldad del ser humano
El término demonio también se usa para indicar aspectos malignos o miedos íntimos del ser humano, generados a través de su conducta o instintos y que hacen daño al mismo individuo o a otras personas; refiriéndose a ellos como demonios interiores del ser humano.

Demonioshttp://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Demonios
DemonologíaDemonología es la rama de la teología y de la mitología que se encarga del estudio de los demonios y sus relaciones, haciendo alusión a sus orígenes y naturaleza.
Orígenes
La manifestación más importante de la demonología cristiana occidental es el Malleus maleficarum (1486) (del latín: Martillo de las Brujas), de los dominicos inquisidores Jakob Sprenger y Heinrich Kramer, que demuestran —de manera sui géneris— la existencia y el poder de la brujería como parte integral de la fe católica romana
y de un peligro real para los fieles, aparte de ofrecer en su tratado
toda clase de formas de reconocer y procesar una bruja, convirtiéndose
así durante dos siglos en el manual para procesos de brujería.


En otro sentido, la demonología confecciona listados que intentan nombrar y establecer una jerarquía de espíritus maléficos. Así, la demonología es el opuesto de la angelología, que intenta recopilar la misma información al respecto de los buenos espíritus.


En la tradición cristiana, los demonios son ángeles caídos, así que se puede considerar la demonología como una rama de la angelología.


Sin embargo, muchas bases de datos demonológicas son conocimientos
«capturados» a aquellos supuestamente capaces de invocar tales
entidades, incluyendo las instrucciones sobre cómo convocarlos y (en el
mejor de los casos) someterlos a la voluntad del conjurador.


Los grimorios de magia oculta
son aquellos tomos que contienen los conocimientos acerca de esta
faceta de la demonología, más de una vez estudiada con morboso deleite
por aquellos que debían perseguir y juzgar a diabolistas y brujas.

Demonología y religión
La existencia de una entidad sobrenatural maléfica que actúa en contraposición a la voluntad de un Dios benévolo es uno de los ejes centrales tanto del cristianismo como del Islam.


Dichos credos adoptan la figura de Satán del judaísmo, que para el islamismo es Shaytán o Iblís.

Tal contraste también se aprecia en el zoroastrismo, en el cual un dios benévolo conocido como Ahura Mazda se encuentra envuelto en una batalla cósmica con una deidad maligna llamada Angra Mainyu.
No obstante, el Bien siempre prevalece en las religiones citadas,
dejando el tormento de los hombres y pequeñas escaramuzas ganadas al
Mal. Esta confrontación en verdadera igualdad de condiciones se mantiene
intacta en el corpus del maniqueísmo y las doctrinas de diversos grupos heréticos como los bogomilos búlgaros.


El Nuevo Testamento afirma explícitamente la existencia de espíritus adversos menores, así como también lo hace el Corán, si bien este último hace mención a una tercera raza creada (ni ángeles ni demonios), los yinnūn (plural de yinn), de carácter amoral y conocidos en Occidente como genios, aunque no siempre son malignos.


El Antiguo Testamento presenta a Satán como un ángel bajo la autoridad de Dios, que actúa a modo de tentador, buscando la duda sobre la virtud de Job,y provocando todos los males. Esto es debido a que el mismo concepto del monoteísmo , así como el judaísmo proviene del mismo ámbito de influencia cultural que otras culturas semíticas y el politeísmo que compartieron hasta que fueron conocidos como el pueblo elegido y abrazaron el culto único.


El territorio denominado Seol, analogable al infierno, es, de hecho, bastante moderno en la sistemática rabínica. En rigor, hay que entender al Seol más en el sentido de tumba (en cuanto última morada que como el infierno).


Algunas ramas del budismo postulan la existencia de infiernos
habitados por demonios que atormentan a los pecadores y tientan a los
mortales, o actúan para perturbar su iluminación. También el hinduismo contiene narraciones de combates entre dioses y una serie de adversarios, como el del dios Indra y el asura Vritra.


En ambos casos citados no hay una especial atención a la organización
de las huestes que encarnan el Mal, por lo que no se puede hablar de
demonología como tal, si bien su historia sagrada es tanto o más rica
que las tres grandes religiones monoteístas.

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