Aún sostengo que los juegos violentos no son mis favoritos, pero después de escuchar tantas excusas de victimas como victimarios culpando a los videojuegos de sus desórdenes mentales y de los ataques recibidos, decidí evaluar mis actitudes después de jugarlos.
Es sábado en la noche, voy a salir con mis amigos pero antes quiero probar un juego sanguinario. Disparos, muertes violentas, diferentes armas y a correr por tu vida, Gears of War 2 es mi elegido y aprovecho la oportunidad para refrescar la historia y prepararme para jugar el 3.
No soy buena disparando, todavía me impresiona volarle la cabeza o un brazo a alguien, bueno... estoy hablando de los 5 primeros minutos de juego, es increíble cómo te atrapa la sensación de matar, y esto sonó tan mal que cambiaré el término a “lograr tu objetivo”.
Ahora no sólo quieres disparar, si logras acercarte y partirlo en dos, arrancarle la cabeza, golpearlo hasta el cansancio o desnucarlo la sensación mejora, pero apuesto que quedas con la duda de no haberlo matado bien o si lo ves en el piso no puedes evitar dispararle de nuevo con la sevicia del caso, sólo por diversión.
Ahora quería defenderme, ¿cómo es posible que me quieran hacer daño? Estoy aquí para matarlos a todos, digo, para “lograr mi objetivo” y eso haré, finalmente ni las estrategias, ni encontrar el camino, ni la historia me importó, sólo quería acabar con lo que se atravesara y si Domi se metía también saldría con su “pepazo” en la pierna.
Y antes de ponerme agresiva aquí, les cuento que apagué el juego, me tenía que ir y me cansé de matar, sé que no es el caso de todos, pues muchos no se paran hasta terminar el juego. Confieso que me esfuerzo tanto que mis dedos duelen, aún pienso que los hombres tienen la calma y el talento para hacer movimientos que nosotras creemos lograr con nuestra fuerza en el control.
Me arreglé y salí, por supuesto después de aplicarme el brillo de labios olvidé lo que hacía 5 minutos antes, me divertí, maté a cuantos pude de la manera más sanguinaria (hablo del juego), pero ahora me importaba que mi cabello estuviera en su punto.
Aunque parezca extraño para muchos psicólogos, olvidé que había jugado esa noche, no vi a mis amigos con cara de “Locust”, no fui agresiva, al contrario pude gritar, odiar, maldecir, desahogarme y salir con una sonrisa de mi casa, si esto lo supieran ellos, creo que comenzarían un nuevo negocio, que buena terapia.
Sin duda como seres humanos podemos asumir muchos roles, tomarnos las cosas en serio, defendernos, atacar, cumplir un objetivo, tomo mi arma con gusto infinito, la disparo sin pensarlo, (por eso me quedo sin balas), pero ni quisiera me imagino un arma de verdad, no la he tomado y no lo haría, sé reconocer que es realidad y que es ficción, para empezar nunca creí en el niño Dios o en el ratón miguelito. Si yo supiera que Marcus no va a revivir o que no podría empezar el juego de nuevo con él sano y salvo, ni siquiera lo sacaría a jugar, lo escondería para protegerlo.
Por qué un videojuego te hace más violento que una película por ejemplo, ahí te dan ganas de matar aquí al menos puedes hacerlo, y ustedes me entienden...
Adultez gamer.
por Kingcool {"src_avatar":"https:\/\/cl2.buscafs.com\/www.levelup.com\/public\/uploads\/images\/34118\/34118_64x64.jpg","nickname":"Kingcool","user_name":"Mario B","user_link":"\/usuario\/Kingcool","posts":3613,"theme":"default","cover":false,"status":true}
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