Los peores finales de Stephen King (primera parte).

Los fanáticos del buen Esteban Rey sabemos que, a pesar de que muchos de sus libros son buenísimos y son la causa por la que mucha gente se enamora de la lectura, muchos de ellos tienen una falla mortífera que se deriva de su método de escribir, el cual es el siguiente: se le ocurre una idea para iniciar una historia y se pone a escribir sobre ella. Sin planeación de antemano, sin un bosquejo elaborado de la historia. Supongamos que la idea en cuestión es: escritora que vive en un lugar aislado encuentra un OVNI enterrado, y empieza a desenterrarlo. Con esa idea en mente, comienza a escribir.
Esto difiere muchísimo de lo que otros escritores de ficción hacen: crean de antemano un bosquejo de lo que ocurrirá en la novela, desde sus personajes principales, hasta su mismísimo final. King aborrece la idea de que alguien planee el desenlace de una novela antes de terminar la misma.

El escribir de esa manera, improvisando sobre la marcha, crea un muy interesante efecto: la historia se siente viva, impredecible y, sobre todo, orgánica. Con la naturalidad de una nube cambiando su forma mientras es arrastrada por el viento (y con frecuencia, con esa misma parsimonia) la historia y los personajes se desarrollan de manera gradual y creíble, garantizando una my buena inmersión al lector. El grandísimo problema de este método es que, a veces, King simplemente no sabe cómo hacerle para salvar a sus personajes del gran problema en el que se encuentran. A veces no los salva (y éstos son algunos de sus mejores finales: El Pasillo de la Muerte, La Tormenta del Siglo, Cujo), y en otras ocasiones lo hace recurriendo a uno de los más culeros recursos de escritor que existen: el flagrante y anticlimático deus ex machina. O también ocurre que el final crea promesas que el autor no tiene intenciones de cumplir. O simplemente pasa algo muy estúpido para intentar dar una sensación de catarsis.

De los que he leído, estos son los que me han emputado más:

Los Ojos del Dragón (The Eyes of the Dragon, 1987)

Un libro muy atípico para King. Se trata de una fantasía medieval en donde existen dragones, príncipes, guerreros valientes y un malvado hechicero. Es un libro buenísimo, recomendable para mayores de 15 años lleno de intriga, personajes entrañables y un muy buen clímax cerca del final. Tiene un recurso inverosímil en la trama, pero eso es algo pasable, teniendo en cuenta la calidad del resto del libro.
Su verdadero gran problema es el maldito final, que no lo es tal. El hechicero malvado, Flagg, logra escapar de la muerte y huye del reino de Delain. El rey Thomas jura perseguirlo hasta darle muerte, y su sirviente Dennis jura ayudarle en su cometido. Los dos parten del reino de Delain en busca de su mortal enemigo. ¿Cómo podrán un rey gordo y patizambo y un no muy brillante muchacho de 16 años matar a un mago poderoso que ha vivido milenios y derrocado reinos e imperios a su antojo? El escritor termina el libro con la siguiente frase (palabras más, palabras menos): “Pero esa historia es muy larga, y ya se ha hecho muy tarde. Buenas noches”.
Ok, te dices. Tarde o temprano King sacará la secuela. Pero no. Nunca lo ha hecho y nunca lo hará. 28 años después, seguimos sin saber qué mierdas fue de estos dos personajes. Si King no tenía pensado sacar una pinche continuación, ¿por qué carajos tuvo que dejar ese libro sin un final?
Lo peor de todo es que cada vez que le preguntan a King sobre esto, el responde: “Si quieren saber el final de Ojos de Dragón, lean La Torre Oscura”. Al leer los libros, Dennis y Thomas son mencionados una vez en el segundo libro (The Drawning of the Three) y nunca se nos informa qué pasó con ellos. Flagg es el villano principal de La Torre Oscura, pero su final en el séptimo libro de esta serie es tan patético, tan anticlimático, que a veces piensas que hubiera sido mejor que King no nos hubiera revelado su destino. Además, la muerte de Flagg nos confirma que Dennis y Thomas nunca cumplieron su cometido. ¿Murieron derrotados por Flagg? ¿Se perdieron? ¿Están atrapados entre las costuras de los mundos? NUNCA LO SABREMOS.

Apocalipsis (The Stand, 1978)

No formo parte del grupo que fans de King que piensan que es su mejor libro. Sin duda es encantador. Días después de que lo terminé, sentí la sensación de extrañar sus personajes, de la misma forma en que se extraña a una persona de verdad. Fue muy extraño y es la única vez que me ha pasado con un libro. En verdad te llegas a encariñar de sus personajes, e incluso del villano, quien es... Flagg, de nuevo. Pero nunca me pareció que fuera en verdad un libro buenísimo, y todo es por la forma en la que el argumento llega a su resolución.
Están dos de los protagonistas a punto de ser quemados vivos públicamente en Las Vegas, bajo las órdenes de Flagg. En el momento menos esperado, llega uno de los seguidores de Flagg con una bomba atómica, ofreciéndosela como un regalo. Todos se espantan, la cosa se pone tensa, y es entonces cuando ocurre. De una nube de magia brillante en el cielo, sale una mano gigante hecha de esa misma sustancia, mientras se oye una voz atronadora. ¡La mano de Dios toma la boma atómica, y la hace estallar! Momentos antes, claro está, Flagg desaparece, salvándose de la explosión, pero todos su seguidores perecen, y también estos dos personajes buenos que iban a ser incinerados. Esto pasa más o menos en la página 1400, y te da la puta sensación de que acabas de leer un pinche tochote de páginas para llegar a esta pendejada. Siendo justos con el libro, una vez que lo terminas, acabas apreciándolo por sus virtudes y no odiándolo por su final de literal Deus Ex Machina. Otra cosa es que el Dios de este mundo es el Dios del Antiguo Testamento, y como todos sabemos, ese Dios no es lógico, compasivo, ni actúa de modo que nosotros, los mortales, podamos entender. Tal vez pueda llegarse a justificarse un poco ese final tramposo, pero no quita el hecho de que hubiera dado el mismo resultado que un pato pasara por ahí volando y se hubiera estrellado en la bomba y provocado la explosión. Y hubiera sido menos pretencioso.

La Torre Oscura VII: La Torre Oscura (The Dark Tower VII: The Dark Tower, 2004, qué nombre tan estúpido)

La primera entrega de esta serie de libros se publicó en 1982, y la última en 2003 (sin contar el libro que salió después, The wind through the keyhole). En total, 22 años de espera para leer el final. El autor estaba consciente de lo chafa e insatisfactorio del desenlace, así que nos recomienda, en su libro, exactamente en la página 953, que si queremos podemos dejarla hasta ahí y que el final sea el que nosotros queramos que sea. Guau. Después de esa advertencia, uno queda algo desanimado, y lee el maldito final.
Roland llega al final de su largo y confuso viaje a La Torre Oscura, al centro absoluto de los universos de los libros de Stephen King, traspasa sus puertas, llega hasta la cima de la Torre, el lugar donde supuestamente habita Gan, o Dios, o como quieran llamarle, y... una fuerza lo atrae en contra de su voluntad al otro lado de la puerta de la última habitación, en donde se encuentra... ¿¡EL PUTO DESIERTO EN DONDE COMIENZA EL PRIMER LIBRO DE LA SERIE?! ARE YOU FUCKING KIDDING ME?!
Así es, es un final circular, que termina exactamente en el punto donde la historia comenzó. Roland de Gilead (Rolando de Galaad, pa' los cuates) comienza nuevamente su viaje a la Torre. ¿Cuántas veces lo ha hecho ya? ¿Por qué cada vez olvida lo ocurrido en el viaje anterior? ¿Qué significa la prescencia del Cuerno de Eld en su cinturón? ¿Qué causó esta extraña maldición? Con razón King advirtió a los lectores. No tengo palabras para decir la cantidad de preguntas sin respuesta que esto deja. La primera vez que leí este final me gustó, porque me recordó al final de Memento, pero después de un tiempo de pensarlo, me di cuenta de que dejaba demasiadas dudas en el aire. Un final muy Lost. Por culpa de esto y de varios otros detalles nunca me ha gustado del todo esta heptalogía fantástica.
Aún así, es mucho mejor, mucho más satisfactorio, y menos emputador que el infame primer lugar.