Has escogido la opción B: Huir.
Corres tan rápido como puedes; el Sr. Quake va junto a ti, a cuatro patas. A tu lado están los otros tipos que cargan a los niños, quienes no pueden correr tan rápido como tú.
Algunos murciélagos están tratando de agarrar a los niños en pleno vuelo. Pero a esos se los está cargando la chingada porque el tipo negro los jala de las patas y los golpea en la cabeza con una piedra hasta tronárselas, o los golpea tan fuerte que los deja ahí tirados, o simplemente les desgarra un ala para incapacitarlos. Tú estás cortando tantos murciélagos como puedes. Los murciélagos parecen ser especialmente vulnerables a tu espada: en cuanto los hieres chillan como cerdos, como si les ardiera. Algunos murciélagos desisten de perseguirlos y se quedan atrás a lamerse las heridas.
Afortunadamente las criaturas no son tan listas, pues ninguna se ha dirigido hacia el lugar donde se encuentra la salida, ni atacado a los que huyen por ahí. En lugar de eso, parece como si se concentraran en matarte a ti y a tu amigo negro. El Sr. Quake también colabora lo mejor que puede. En más de una ocasión ha saltado hacia los murciélagos en pleno vuelto, les ha sacado los ojos y desgarrado profundamente sus gargantas y saltado de nuevo hacia la tierra.
Esto continúa así hasta que llegan a la salida. Han dejado murciélgos muertos o heridos en el camino. Los pocos que quedan parecen vacilar entre atacar o regresar a la seguridad del techo.
Todos los otros, los hombres, mujeres y niños, ya han salido de ese lugar. De nuevo, solo quedan tú, el moreno y tu gatito.
Haces amago de atacarlos con tu espada, lo que al parecer los ahuyenta. El hombre moreno sube por las escaleras rápidamente, con el Sr. Quake en su hombro y tú lo sigues tan rápido como puedes. En cuanto suben al bosque, que sigue oscuro pero ligeramente iluminado por las primeras luces del amanecer, das un respiro profundo de alivio. Nunca más deberé dejarme engañarme por la calentura, piensas.
El hombre moreno se encarga de sellar la salida con una piedra gigantesca. Despúes, se dirige hacia ti, y se inca frente a ti, extendiendo ambos brazos y bajando a cabeza, y empieza a decir un muy emotivo discurso que no entiendes para nada. Notas que los demás o están incados también o tienen la cabeza baja en señal de respeto. Luego el tipo se pone de pie y te abraza efusivamente, riendo y levantándote la mano en la que empuñas la espada. Los demás vitorean.
Al cabo de un rato amanece y esa gente morena parece lista para partir, en dirección Oeste. El hombre moreno te pregunta algo; por las señas que está haciendo, deduces que te está preguntando si irás con ellos.
¿Qué harás?
A.- Ir con ellos
B.- No ir con ellos y seguir avanzando en ese bosque.
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