Esta
semana, en nuestra sección Tips de Supervivencia, decidí darle un
toque distinto a las cosas, creí que sería interesante que en estas
épocas decembrinas (si, la palabra viene de diciembre) nos
enfocáramos un poco en esas situaciones que tanto nos han hecho
sufrir a lo largo de los años.
Así
es que esta semana, Rex te dirá cómo sobrevivir a las posadas sin
perder tu popularidad ni quedarte encerrado en tu casa como ermitaño
alpino. Estas engorrosas situaciones se pueden clasificar en dos
categorías muy marcadas: las familiares y las sociales. Las primeras
son las realmente vergonzosas y torturantes, esas reuniones
familiares en las que tu madre te presume como si fueras un jarrón
chino invaluable, en las que señoras con demasiado maquillaje y
voces chillonas, que dicen ser tus tías, tratan de besarte y
aprender todo sobre tu vida, desde las calificaciones que tuviste en
la escuela hasta la talla de sostén de tu novia. Por otro lado, tenemos las posadas sociales que abundan en tu agenda, esos
eventos que para las fechas en las que Santa Claus llega te tendrán
convertido en un zombie sin rastro de vida. Y es que al parecer, las
vacaciones ya no son esa bella temporada de descanso y convivencia,
ahora tener vacaciones sólo quiere decir que regresarás a tu rutina
escolar y/o laboral todo crudo, cansado, desvelado, quemado con la
sociedad y sin dinero.
No
te preocupes, aquí tenemos la solución a muchos de tus problemas:
- Te han encargado llevar el ponche a una posada. Desgraciadamente no en todas los eventos sociales te puedes salvar llevando una botella de ron de dudosa calidad; existirán ocasiones en las cuales no te quedará de otra más que cumplir con lo que se te ha pedido. En este caso, desgraciadamente ni una receta te ayudaría, ya que para este tipo de cuestiones es necesario tener al menos algo de conocimiento y habilidad en la cocina; hace un par de años intenté seguir una receta que me dieron y los resultados fueron desastrosos. ¿Tu mejor opción? Acudir a los ancianos de la villa, en este caso tu abuela o familiares femeninos más cercanos podrían ser la opción (no es por ser sexista pero, en mi caso, mi tío apenas es capaz de servirse cereal por la mañana y no quemarlo).
- La piñata corre por tu cuenta. Si las únicas piñatas que conoces son de Pikachu, después de lo que parece ser el peor caso de poliomielitis que se ha visto en el mundo, entonces tal vez te veas enfrentado a la elaboración de una piñata tradicional, lo que seguramente te hará sentir como yo me sentí ayer, en el Maizal de Left 4 Dead. Déjame darte un gran consejo, no la hagas, seguramente no sabes ni qué tipo de vasija escoger y acabarás haciéndola tan pesada que necesitará más cableado que el doble de Keanu Reeves en The Matrix Revolutions y lo que es más probable, tu piñata de cuarenta kilos terminará sobre la cabeza del más pequeño de tus sobrinos. Compra la piñata en algún tianguis y ahí mismo solicita que la retaquen de caña y demás frutas y confites tradicionales.
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