Aunque comienzan a surgir ciertas excepciones, como el magistral Batman: Arkham Asylum, las adaptaciones de película u otras propiedades intelectuales tienden a decepcionar a sus seguidores; hace cuatro años se lanzó The Chronicles of Riddick: Escape from Butcher Bay, y fue un caso ejemplar de juego bien diseñado y excelente traslación del concepto de la película, además de un concepto relativamente original que reinventó el sigilo y las peleas a mano limpia en primera persona. Pero ese resultado no hubiera sido tan satisfactorio si el productor Ian Stevens y su equipo de Starbreeze Studios hubieran cedido a la presión de la distribuidora.
Stevens confiesa que en 2004, cuando estaban trabajando para Vivendi Games, recibieron indicaciones de imitar cada aspecto de Devil May Cry, y darle un recubrimiento visual acorde a The Chronicles of Riddick, o dicho de otro modo, cometer plagio descarado. El productor cuenta que constantemente les decían que dejaran de ir en otra dirección de mayor creatividad, y sin embargo no hacían caso, pues de otro modo hubiera resultado en un flagrante clon de Devil May Cry, lo cual de acuerdo con la anécdota, habría terminado como un juego mediocre que frente a las acusaciones de imitación, dejaría al estudio en una situación negativa.
Así las cosas, el equipo decidió arriesgarse a un posible despido y prefirió crear un juego original, bien diseñado y que los dejara satisfechos, lo que en evidencia por la crítica muy favorable y excelentes ventas, acarreó grandes beneficios. El estudio no es uno de los más prolíferos, y desde entonces agregó a su repertorio el primer juego de The Darkness, y el reciente Syndicate, pero aunque sus títulos no generan millonarias ganancias, se caracterizan por una estructura bien cuidada y buenos valores de producción, además de por supuesto, intentar innovar si bien no siempre cumplir su objetivo.
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