Luego de ver el gameplay y los nuevos cinemáticos de Tomb Raider, el reboot desarrollado por Crystal Dynamics mostrado en el E3 2012, nos quedamos con la ligera impresión de que Lara Croft era en sus inicios sumamente delicada y quejumbrosa; pero claro, esa es la idea, toda vez que Karl Stewart, director global de la marca, afirmara que en el pasado la señorita Croft no tenía personalidad:
Uno de los aprendizajes clave que hemos recibido de los Tomb Raider del pasado es que Lara nunca ha tenido personalidad. Ella es como la caricatura de sí misma. Stewart se refirió a la serie Lost como ejemplo para construir la personalidad de un personaje: 10, 12 personas o las que fueran en una isla, forzadas a interactuar unas con otras: como resultado, llegas a conocerlas mejor.
Tienes acceso a sus personalidades. Lo que encontramos es que [al tener muchos personajes secundarios] si cada uno tiene sus propias motivaciones y Lara debe interactuar con ellos, como resultado ella habla con ellos de manera distinta, y comienzas a saber más de ella. Así que esa fue una gran manera de mostrar más [profundamente] quién es este personaje, que hasta ahora siempre había sido unidimensional.
A respecto de lo mencionado sobre la personalidad sensible y vulnerable de la señorita Croft, Stewart es muy claro: para reimaginarla tuvimos que ir al límite y aprovechar esta oportunidad, ya saben, de romperla durante los primeros 90 minutos, y después reconstruirla de un modo en que la gente pudiera decir hemos visto las bases de lo que ella será durante el resto de sus días.
En lo personal, esta lógica de construcción de personaje me recuerda a dos ejemplos cinematográficos donde vimos el reboot de un protagonista sumamente conocido: el primer caso es James Bond en Casino Royale, donde el agente 007 también se rompe al perder a Vesper, como parte de una precuela a todo el universo (misógino, por ende) de Bond; el segundo caso sería Batman Begins, donde Bruce Wayne debe enfrentar un duro entrenamiento físico y psicológico para superar sus propios temores y convertirse en ellos eventualmente. Tal vez este tratamiento fuera justo lo que Lara Croft necesitaba.
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