Jeremy Pope se dedica a dirigir una empresa de juegos móviles llamada Rally Games; sin embargo, hace 10 años trabajó en Rockstar Games como productor y desarrollador de títulos como Grand Theft Auto III, Vice City y San Andreas. A mitad del desarrollo de este último, Pope decidió cambiar el rumbo de su carrera y renunció.
Sobre esa época, el desarrollador declara: "Estaba todavía a mediados de mis 20 y había crecido jugando todo tipo de juegos, títulos violentos incluidos, y había trabajado en Max Payne y Grand Theft Auto, etcétera. Siempre había defendido, más o menos, los juegos que hacíamos y estaba muy orgulloso por haber estado involucrado, pero entonces, cuando iba a visitar a mi abuela al muy religioso estado de Alabama y tenía que explicarle lo que hacía para vivir, no me sentía tan bien por tener que explicarle que yo era parte de 'ese juego' del que habían estado hablando por allá. Pienso que eso plantó la semilla de mi deseo de trabajar en otro tipo de juegos."
Aunque Pope expresó una tremenda admiración por el trabajo de Rockstar, también señaló empatía por las opiniones de Warren Spector y Will Wright: "La industria en realidad sólo ha empezado a despegar en los últimos 20 años. Así que llegaremos ahí; verás más y más desarrolladores explorando temas maduros en formas más creativas y responsables ahora que tenemos menos bloqueos para la distribución y más plataformas donde los desarrolladores pueden flexionar un poco más su músculo creativo."
Como parte de su ética profesional y para respetar sus principios, Pope juró no volver a trabajar en los juegos ultraviolentos.
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