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Cuando se trata de diseño, Nintendo es tradicionalista en esencia pero innovador en la forma, cada entrega de sus icónicas franquicias intenta explorar nuevos terrenos sin abandonar los elementos con que nos enamora cada año; Mario Kart es excepción a la regla, al exhibirse en todas sus iteraciones con la misma fórmula con ligeros cambios para aderezar y de paso justificar el nuevo lanzamiento. La séptima entrada en esta franquicia de bólidos sigue la tendencia, ofreciendo prácticamente la misma experiencia de juego que hemos disfrutado durante años, su virtud es que no se conforma con permanecer imperturbable en cuanto a esquema y para beneficio de todo veterano o nuevo aficionado que se acerque, Mario Kart 7 reúne con maestría los mejores elementos de la franquicia en un producto sumamente refinado.
Tan divertido y desesperante como al inicio en la trayectoria de la serie, Mario Kart 7 es un intento por regresar a las raíces del planteamiento, a los tiempos en que todo era más simple y sin complicaciones. Eso no significa una propuesta más estéril en contenido, tampoco desvirtuada en calidad de entretenimiento, a decir verdad es la suma de emociones que generaron sus antecesores. Ya sea que busques la precisión milimétrica en los movimientos al volante de la versión para SNES, las caóticas carambolas del Wii o la estructura multijugador presentes en Nintendo 64, las encontrarás en este juego. No es un secreto que todo aficionado a Mario Kart tiene su favorito y desecha con desdén el resto al hacer comparaciones; con esta séptima edición cada uno se sentirá satisfecho.
Va más allá de intensidad y frenesí entre pistas exóticas, tiene mayor significado que pendientes sinuosas y escenarios de fantasía que asemejan una atracción de parque de diversiones en lugar de circuito automovilístico; al pasar las glamorosas primeras impresiones tras tomar el control, es evidente que la ideología de conducción ha cambiado. Es tradición que cada Mario Kart tome la forma de su contenedor y mientras la propuesta de Wii resultó amigable en exceso construida para que ningún jugador se quedara demasiado atrás de los primeros lugares, en esta ocasión todo se confeccionó para propiciar un ambiente de competitividad brutal e imperdonable.
Y no es que la frustración abandonara en algún momento el espíritu de Mario Kart, está de regreso con más bríos que nunca, lo que implica carreras épicas, agobiantes y excéntricamente divertidas, atestadas de giros inesperados gracias a la interminable sucesión de castigos, y el hecho de que el último en la tabla de posición siempre es el predilecto de las deidades que controlan el destino de la pista, otorgándole las herramientas más útiles y destructivas. Más que cualquier otro momento en el pasado, el propósito es masacrar al resto de corredores, y evitar que te regresen el favor, claro, exponiéndote a frecuentes momentos de exasperación e ira en la que si no avientas la consola, será por verdadero autocontrol. No queremos provocar malentendidos, Mario Kart 7 no está roto ni mal diseñado, la competencia impredecible ha sido desde el inicio el alma de estos juegos y aunque ciertamente no es para todos, crean una experiencia espontánea y divertida que simplemente no se puede encontrar en otros exponentes del género.
A favor de facilitar el cambio de actitud desafiante, se realizaron algunos ajustes, entre los que se cuentan la reducción de corredores a ocho, traducido a menos impactos y mayor fluidez al abrirte paso entre el escenario. Bajo el mismo rubro, las categorías 50cc y 100cc gozan de un excelente balance, al grado que el inminente golpe de un caparazón azul hace poco para amenazar tu posición en el podio. Por supuesto, no es cuestión de dormirte en tus laureles, pues una vez te habituaste a los controles y el cambio de ritmo, 150cc se levanta como una barrera casi impenetrable, en momentos increíblemente desbalanceada, causante de ataques constantes conspirando para frenarte y que por su insistencia lucen injustos. Ir en primer lugar invita a ser víctima del caos y que todo se salga de control, a costa de tu mejor habilidad al volante; es particularmente desesperante cuando la calamidad llega en la última de cuatro pistas, y todos tus avances se suprimen, incluidas las valiosas monedas utilizadas para desbloquear personajes.
La recolección es un elemento imprescindible que te obliga a reunir las monedas dispersas en cada pista, no sólo para incrementar tu velocidad máxima durante el recorrido, sino para liberar nuevos componentes de los vehículos. Por primera vez en la historia de la franquicia, tienes a disposición dominio sin precedente al elegir conductor, chasis del auto, aceleración, peso y otros atributos. Toma algo de tiempo reconocer la configuración que se ajuste a tu estilo de juego, pero una vez la encuentras, queda asegurado un dramático aumento en el desempeño sobre el terreno, al grado de hacerte un adicto de obtener todas las piezas. La única protesta es que no se puede elegir el accesorio a comprar, y simplemente te atienes a lo que el juego decida enviarte. Así las cosas, reunir el peaje para acceder a los beneficios adicionales del juego es una auténtica faena que brinda valiosas recompensas, cerrando con el reparto de ocho celebridades secretas no todas interesantes y una novena que a pesar de la novedad, seguro no utilizarás: tu Mii.
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