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La franquicia Mario Party rápidamente se volvió popular y exitosa entre los jugadores por varias razones. Una de ellas es su capacidad para reunir a 4 personas frente al mismo televisor con el fin de disfrutar una amplia variedad de minijuegos sobre tableros de mesa. La serie era sinónimo de diversión y garantizaba risas y momentos amenos. Desafortunadamente, Mario Party: Island Tour va en contra de todo esto y es probable que su cualidad más importante sea implementar características que sólo son posibles con el 3DS; sin embargo, el hecho de ser exclusivo para la portátil provoca que rompa la promesa básica de las entregas anteriores.
Al igual que sus antecesores, Island Tour ofrece una serie de tableros 7 en esta ocasión cada uno con diseño y mecánicas de juego exclusivos. Rocket Road, por ejemplo, es un híbrido con elementos visuales de Super Mario Galaxy y la Rainbow Road de los Mario Kart, donde el objetivo es llegar primero a una meta en la que aguarda Rosalina; Star-Crossed Skyway, por su parte, se ambienta en las nubes, está segmentado en áreas y gana quien acumula más mini-stars al llegar al final del tablero.
En cada tablero, la combinación de suerte y habilidad es la que lleva a los jugadores a conseguir la victoria. En Kameks Carpet Ride el sistema de juego funciona a partir de cartas que determinan cuántos espacios se desplazarán los personajes sobre el tablero, por lo que jugarlas bien y llevar adecuadamente las cuentas son fundamentales. Lo contrario ocurre en Banzai Bills Mad Mountain, donde los dados se encargan de que los participantes regresen una y otra vez al principio, si giran y caen en el lado equivocado, incluso si se encuentran a centímetros de la meta, lo que a veces resulta frustrante.
Todos son divertidos... si se juegan con alguien más. El problema es que, al tratarse de una entrega para portátil, forzosamente se requiere conocer a otras 3 personas que también cuenten con 3DS y que se ubiquen cerca de ti porque no hay un componente multijugador en línea. Esto significa que probablemente termines jugando una y otra vez contra la inteligencia artificial y te aburras rápidamente. Aunque sólo se requiere una copia del título para que todos jueguen desde sus respectivos 3DS, es insuficiente cuando recuerdas que no siempre estarán disponibles. De ahí la importancia de que la entrega incluyera multijugador en línea, pues si nadie puede jugar contigo, la posibilidad de competir contra otros usuarios del mundo hubiera sido una buena solución.
Ahora bien, los tableros constituyen apenas la mitad de lo que compone a Mario Party: Island Tour. El resto son los populares minijuegos. En esta entrega, representan alrededor de 80 distintas actividades que, en realidad, son únicamente versiones disfrazadas de algunas ya vistas en títulos previos de la franquicia. Si nunca probaste un Mario Party, esto no te afectará, pero quienes jugaron del 1 al 9, sin mencionar los spin-offs para GBA y NDS, tendrán garantizada una sensación de déjà vu con casi todos los minijuegos de esta iteración para 3DS. Se agradece que muchos minijuegos requieran el uso de la pantalla táctil y la presencia del sensor giroscópico de la portátil, ya que ofrecen variedad en cuanto a mecánicas, pero nuevamente nos enfrentamos al inconveniente que implica experimentarlos como lobo solitario.
Todo resulta peor cuando te das cuenta de que la inteligencia artificial es tan sencilla de vencer que hasta la dificultad más alta se confunde con la más sencilla, en particular cuando el modo Quick Time, que consiste en vencer 10 minijuegos en el menor tiempo posible, y Bowser Tower, una torre de 30 pisos saturada de minijuegos, son experiencias para un jugador.
Al respecto, esta torre probablemente sea lo más tedioso de Island Tour. En cada piso repites exactamente lo mismo: eliges entre 2 minijuegos para luego enfrentar en ellos a 3 clones de alguno de los personajes del roster. Después de 3 o 4 niveles, enfrentas un minijuego de jefe, pero antes el rey Koopa modificará las reglas, que en la mayoría de los casos son castigos que involucran repetir algunos pisos y elevar la dificultad de los bots, por mencionar un par de ejemplos.
Ni siquiera es reconfortante ir a la Tienda para gastar los Mario Party Points que ganas al jugar en todas las modalidades. Los coleccionables que obtienes con dichos puntos se limitan a las canciones presentes en el título y a los diálogos de los personajes. Por cierto, resulta increíble que, después de tantos juegos de la serie, Nintendo siga usando las mismas grabaciones de hace más de 10 años para Mario, Luigi, Wario o Yoshi (especialmente Yoshi), Toad, etc. ¿Era necesario reciclar ese material?
Island Tour, cuyo nombre nada tiene que ver con lo que vemos en el juego, no captura la esencia de las anteriores entregas de Mario Party. La falla más grande es su impráctico diseño para jugar con otros y su carencia de multijugador en línea, y aún si rompiera las barreras del juego local, la experiencia familiar o con amigos de las versiones para consolas jamás se podría recrear en la portátil. Nintendo quemó demasiados cartuchos al sobreexplotar la serie con más de 10 iteraciones, reutilizar minijuegos y renombrar modalidades. El título simplemente recicla elementos de sus hermanos mayores y los hace suyos para pretender ser uno completamente nuevo.
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