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Resulta complejo reseñar Nom Nom Galaxy. No es precisamente un mal juego, pues cumple con los principios de originalidad, profundidad y abundancia de contenidos que a los gamers nos gusta recibir, especialmente en un título independiente y asequible como éste. Pero todo palidece ante un concepto un tanto... monótono y un progreso lento; después de todo, éste es un juego de estrategia donde controlas una planta de fabricación de sopa.
Nom Nom Galaxy es un título bidimensional que combina elementos de plataformas, estrategia y acción, con una presentación ingeniosa y pintoresca. Asumes el rol de un androide cuya misión es conquistar planetas por medio del establecimiento de plantas productoras de sopa. En pocas palabras, los desarrolladores se llevan un 10 por originalidad y aspecto, pues el juego luce como dibujado a mano, pero no hay que dejarse llevar por una cara bonita y un concepto diferente. Una cosa es la idea y otra la ejecución, y es precisamente ahí donde empiezan los problemas con Nom Nom Galaxy.
La modalidad de Conquista corporativa que hace las veces de campaña en Nom Nom Galaxy consiste en cosechar recursos y con ellos, construir la planta, producir sopa y enviarla a los consumidores. Cada barril de sopa añade 5 o 10 puntos porcentuales a tu dominio del mercado, el cual está presentado en forma de gráfica de pastel en la parte superior derecha de la pantalla. Alcanza 100% y habrás conquistado ese planeta para pasar al siguiente. El asunto, como suele ocurrir en muchos juegos de estrategia, es que todo escasea: el tiempo escasea, los recursos escasean y, para terminar pronto, todo es difícil. Incluso hay que considerar cambios en las tendencias de mercado porque, quizá, de pronto a la gente ya no le guste la sopa de tomatones, y haya que arreglárselas para enviar tambos de otra cosa aunque estés en un planeta con puros jitomates salvajes. En otras palabras, por profundidad, Nom Nom Galaxy no para.
Buena parte del tiempo se va en ir y venir de un lado a otro
El juego está estructurado con un ciclo de día-noche, en el cual el día sirve para trabajar, y la noche para descansar y contemplar gráficas de progreso ―lo cual encuentro absurdo cuando laboras con robots que no necesitan descanso, pero en fin―. El sol brilla sólo por algunos minutos, así que el malabar radica en decidir qué hacer con ese breve lapso de tiempo: invierte en recursos para la planta y no producirás suficiente sopa; avócate a la producción solamente y la planta será lenta e ineficiente. Encima, existe una compañía rival que te arrebata mercado si demoras en enviar los mentados tambos de sopa; cada planeta tiene condiciones propias y complicadas que obstaculizan la expansión y para rematar, suele haber invasiones periódicas de extraterrestres. Todo eso suena interesante y propicio para la diversión, pero en la práctica, son molestias porque tu robot es un alcornoque con la gracia de una caja de zapatos. Quiero suponer que es una decisión consciente, pensada para obligarte a usar el repertorio de herramientas disponible en vez de hacer todo por ti mismo, pero luego de pasar horas con el juego, me di cuenta de que Nom Nom Galaxy no deja de ser repetitivo bajo ninguna circunstancia.
Es decir buena parte del tiempo se va en ir y venir de un lado a otro, ya sea recolectando ingredientes o recursos para la fábrica, depositando barriles en cohetes, aniquilando vegetales salvajes, etcétera. Podrás tener un puñado de robots que te ayuden a llevar los materiales de un lado a otro DENTRO de la planta, pero una vez fuera, se trata siempre de ir y regresar, una y otra vez, hasta que luego de horas de recorridos interminables y música ambiental hipnótica, te das cuenta de que las mecánicas de juego abonan a la conformación de una faena en vez de a la diversión. Y la cosa se pone peor luego de un rato, porque deja de haber recursos y hasta la más elemental de las sopas demora varios minutos en producirse.
Las mecánicas brindan ciertas variantes. Es decir, regados por los mundos hay diskettes que contribuyen a desbloquear perks, los cuales aderezan un poco la experiencia y la hacen ligeramente más ágil, pero como mencioné antes, ni con esto, el juego termina por sentirse plenamente excitante. Nom Nom Galaxy constituye, en todo caso, una experiencia interesante, redimida por su presentación visual, pero no hay muchas emociones implícitas en la producción de sopa.
Habrá quien diga que si lo juegas con astucia, Nom Nom Galaxy fluye mejor, y quizá tenga razón, pero como cada escenario está diseñado de un modo procedural, realmente nunca puedes estar listo para lo que viene y, si bien te va, aspiras a un fábrica bonita y eficiente, pero una fábrica al fin,.
La buena noticia, es que el juego ofrece algunas alternativas, como modo a pantalla dividida ―una auténtica rareza hoy en día―, cooperativo y carrera contra reloj, donde el objetivo cambia, ya sea para forzarte a llegar de un lado al otro del escenario (al más puro estilo plataformero), matar a ciertos jefes dentro de un nivel en el tiempo establecido o producir una cantidad concreta de tambos de sopa específica en el lapso marcado. La mala noticia es que ninguno de estos modos resulta especialmente deleitante porque, como mencioné antes, el juego está diseñado para ser un poco lento y obligarte a usar a tus esbirros electrónicos. Zeus sabe que casi me arranco los cabellos de la cabeza con uno de estos modos por lo acartonado e impreciso del movimiento, diseñado para una progresión calculada y semi-lenta. Y esto no tiene que ver con el esquema de mandos en sí mismo, sino con lo responsivo. Sí, el stick mueve al robot en la dirección deseada y la sierra te abre paso por el subsuelo, pero trepar cuesta muchísimo trabajo al robot, buena parte del terreno es inmune a la sierra retráctil y el protagonista necesita oxígeno así que no puede explorar con total libertad ―sí, es un robot con pulmones ¿qué no habían visto uno?―.
Recalco que conforme avanzas, desbloqueas herramientas o facultades, como la de poder trasladar más de un vegetal por viaje, el jetpack, la escopeta, los androides que llevan las cosas de un lado a otro por ti, o de arriba-abajo, y que si combinas adecuadamente, conforman una línea de producción hecha y derecha, pero para llegar ahí, transcurren horas y cuando lo logras, es poco gratificante.
Para disfrutarlo, Nom Nom Galaxy demanda mucha paciencia y dedicación. Es un juego visualmente seductor, sumamente complejo y con una dosis competente de contenidos, especialmente cuando reparamos en su amigable precio de $10 USD, pero mi experiencia con el juego fue una de cálculo, planeación y, en ocasiones, frustración, más que una de verdadera diversión. Como mencioné párrafos atrás, Nom Nom Galaxy representa una propuesta ingeniosa y llamativa, pero en su afán por abarcar tantos conceptos, los desarrolladores se olvidaron de la diversión o de sobresalir en algo más que la estética.
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