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God of War III cristalizó el potencial de Santa Monica Studio en el PlayStation 3. Recuerdo todavía con emoción cuando jugué el demo por primera vez (el que terminaba con Kratos atacando al titán). El objetivo del equipo de Stig Asmussen, director del juego, fue muy claro: una conclusión masiva en todos sus aspectos —trama, sistema de juego, diseño de niveles, dirección de arte, música... en todo.
Este año no tendremos un nuevo God of War; sin embargo, una buena estrategia de mercadotecnia para mantener vivo el juego en la mente de sus fans es una remasterización. Podremos estar a favor o en contra y, aunque preferiría un título nuevo, la ausencia de retrocompatibilidad en el PlayStation 4 obliga a Sony a relanzar sus productos capitales del pasado para acercarlos a las nuevas generaciones. Por desgracia, el paso del tiempo y los avances en el diseño de juego moderno hacen sentir a God of War III: Remasterizado un poco avejentado a pesar de sus 1080p y 60 cuadros por segundo constantes.
En términos visuales, God of War III sigue siendo impresionante. Recorrer el reino de Hades, contemplar la flama del Olimpo, hablar con Hefesto en su solitaria forja, todos son momentos que podrían plasmarse en un fresco griego. Sin embargo, la búsqueda de una escala mayor produce también problemas con el combate del juego. Los desarrolladores favorecieron cantidad sobre calidad y, aún en dificultades altas, es necesario usar movimientos de control de multitudes. Así, salvo en contadas ocasiones, el juego tiende naturalmente al botonazo en lugar de a la técnica y la estrategia, como ocurre en Ascension. La mayoría de las veces, la solución más simple es sujetar a un enemigo y usarlo para derrumbar a los demás.
God of War III brilla más en sus momentos de aplastante dificultad: la última sección del laberinto, los perros suicidas, ciertas batallas con jefes. Es en estos momentos cuando debes planificar una estrategia y aprovechar tus herramientas, o morir una y otra vez sin remedio. En dificultades más bajas, el juego se transforma en una experiencia agradable, aunque complaciente. Si bien God of War no posee la finura de sistemas de combate como los de Devil May Cry, es satisfactorio y brutal. Arrancar el ojo de un cíclope o abrir el vientre de un centauro es fantástico luego de una encarnizada batalla.
Tenía un par de años que no jugaba God of War III. Fue una buena sorpresa toparme de nuevo con las secciones donde debes escalar el entorno y también con los acertijos, aunque algunos son simplones. En el gaming contemporáneo estamos acostumbrados a estos cambios que mantienen el ritmo del juego; God of War III los ejecuta con maestría. En pocos momentos sentirás que pierdes el interés por jugar o que la acción queda relegada por un puzzle. Aunque los momentos del juego más memorables sean inequívocamente los combates, hay secciones como la carrera contra Hermes, que volví a disfrutar bastante.
Una escala que todavía no ha sido superada en la franquicia
Los enfrentamientos con los jefes son memorables. No voy a adelantar nada para quienes no lo hayan jugado todavía ¡muy mal! Me llama la atención la curva dispareja de dificultad que tiene el juego en dificultades altas. Por ejemplo, el primer jefe puede dar muchos dolores de cabeza. Después de ese momento, el título no se complica mucho hasta más o menos la mitad. Si jugaste Ascension probablemente disfrutarás más ese combate táctico y activo, aunque God of War III haga mejor prácticamente todo lo demás: música, diseño de niveles, argumento y jefes.
La trama de God of War III tiene una escala que no ha sido superada todavía en la franquicia. No diré nada para no arruinar la experiencia de quienes no se hayan acercado al juego todavía, pero debo prepararlos para un recorrido épico, lleno de batallas y momentos memorables. A pesar de sus defectos, God of War III brilla porque en su conjunto es una experiencia sólida, memorable y muy divertida.
Pero basta de recordar qué tan bueno era el juego y vamos mejor con las adiciones de la edición remasterizada. Las 2 más sustanciales son la resolución de 1080p, en comparación con los 720p del juego original, y sus casi siempre constantes 60 cuadros por segundo. También noté luces dinámicas que no recordaba de la versión de PlayStation 3 y, esto sí es un hecho, la resolución de las texturas es 4 veces mayor. ¿Todo esto qué diablos significa? El combate es fluido, los ambientes tienen una apariencia ligeramente renovada y la nueva resolución resalta detalles en Kratos que no había notado.
Pero, a pesar de lo anterior, la experiencia realmente no cambia sustancialmente. Esto no es necesariamente malo, pues de por sí es un juego excelente; sin embargo, debemos considerar el valor de compra, pues la única adición realmente nueva es el Photo Mode. Me hubiera gustado doblaje al español latino además del peninsular que viene incluido. God of War III: Remastered también incluye todo el DLC lanzado —disfraces y el desafío del exilio (Challenge of Exile)—. Al final, lo único realmente exclusivo de esta versión, si excluimos las mejoras técnicas, es el Photo Mode, con el que podrán modificar el ángulo de la toma, añadir filtros y modificarlos levemente. Por desgracia, no es posible rotar la cámara o cambiar la perspectiva, sino realizar paneos simples. A continuación pueden ver algunas muestras de las fotos que tomé utilizándolo.
Photo Mode de God of War III: Remasterizado
Recomendaría God of War III: Remastered a jugadores nuevos que no tuvieron oportunidad de jugar el título en PlayStation 3. Los veteranos probablemente no van a encontrar muchos motivos para regresar, a menos que no hayan disfrutado del DLC o que jugar a 1080p y 60 fps sea su prioridad. También deberán considerar el valor de compra, pues el juego cuesta $40 USD —elevado si tomamos en cuenta que la edición de PlayStation 3 cuesta la mitad—.
Cada jugador deberá decidir si los añadidos justifican la compra. Mi opinión es que sólo los fans acérrimos y quienes no han disfrutado el juego tienen un buen pretexto para adquirirlo. Después de todo, casi todo lo que hizo grande a God of War III en su época sigue vigente: su escala épica, una banda sonora excelente, una trama llena de momentos inspirados, situaciones de combate difíciles y retadoras, jefes memorables y la satisfacción de aniquilar dioses.
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