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Si quieres que tu hijo o sobrino comparta contigo el gusto por los carros, puedes empezar por regalarle Skylanders: SuperChargers esta Navidad. Es más, el juego es suficientemente bueno como para seducirte, pero te advierto que está intencionalmente incompleto y si te descuidas, terminarás invirtiendo el dinero de sus colegiaturas en carritos y nuevas figuras, lo que para los veteranos de la franquicia no será sorpresa.
Como sus 4 antecesores, Skylanders: SuperChargers es una experiencia de aventura con su buena dosis de plataforma, la cual requiere que compres ciertas figurillas físicas para desbloquear artículos o segmentos completos de juego, lo único que cambia en esta ocasión es el pretexto. En Swap Force, sacabas la billetera para intercambiar mitades entre personajes, mientras que en SuperChargers tus quincenas se irán en vehículos. ¡Así es! Justo cuando pensabas que Activision había agotado las reinvenciones de la misma fórmula, llegan los carritos, las lanchitas y las navecitas para recordarte que hay un mundo completo de ideas inexploradas y sumamente rentables. Afortunadamente, el resultado es súper entretenido y no te decepcionará, así quedes en la ruina financiera.
La mecánica de juego tiene poco de ingenioso. Si has jugado Crash Bandicoot, Sly Cooper, Jak and Daxter o cualquiera del género toys to life, tienes una idea más o menos clara de qué esperar. Se trata de avanzar por un corredor sin fin, pateando el trasero de quien se ponga en frente, mientras, en paralelo, recolectas moneditas, pequeños engranes y otros chunches para desarrollar a tu personaje y su vehículo. El argumento no le pide nada al de cualquier caricatura. Resulta que el malvado Kaos regresó con un artefacto que está destruyendo el cielo y capturó al pobre maestro Eon, así que dependerá de ti o de un pequeñín salvar la situación. ¿Cómo? Pateando traseros por tierra, mar y cielo. Si no te aventaran un corte cinemático cada 2 minutos para explicar cada detalle, estaría plenamente conforme con el argumento.
El resultado es súper entretenido y no te decepcionará, así quedes en la ruina financiera
En el paquete de iniciación viene la típica plataforma, ahora con concepto de carreras ─que por cierto encontré muy apagada─, 2 skylanders: Spitfire y Stealth Elf, además de Hot Streak, un vehículo terrestre que luce como salido de una pesadilla de Mad Max. Ahora bien, fiel a la tradición de la serie, el grado de detalle en los juguetes es sobresaliente. Las ruedas del carrito giran y tanto Spitfire como Stealth Elf exhiben varias texturas, formas y colores para activar tu imaginación si no tienes más de 30 años y muchas deudas como para ponerte a jugar en tus ratos libres. Es decir, son juguetes con identidad que desquitan su precio aunque carecen del reconocimiento que gozan los toys to life de otras marcas.
Una vez que colocas el vehículo y uno de los personajes sobre la base, comienza la aventura; una de excelentes acabados visuales y con un desempeño impecable. Vaya, Vicarious Visions se saca un 10 por presentación y aunque el apartado gráfico no es vanguardista, resulta sumamente satisfactorio, en especial cuando lo comparamos con otros títulos del género. La dirección de arte es un acierto rotundo, pues no nada más los personajes y vehículos despliegan una identidad muy elaborada, sino también los escenarios involucrados en el argumento, que van desde ciudades en las nubes hasta barcos voladores, pintorescos jardines, macabros mundos industriales y más, mucho más (si tienes los juguetes correctos). La música y las actuaciones de voz son de primera. Quizá las melodías no trascienden, pero el estándar de producción alcanza niveles cinematográficos o de televisión, cuando menos. Incluso un adulto como yo (un adulto joven, ¡eh!) disfrutará la amena historia con sus vaivenes e inocentes chascarrillos. Sin embargo, algo me incomodó: el exceso de interludios cinematográficos y constante diálogo entre personajes que, a la larga, me orilló a oprimir triángulo frenéticamente para saltarlos.
Toda la estructura se beneficia por el concepto, puesto que además de recorrer los niveles a pie, existen segmentos diseñados para los vehículos, donde la dinámica de juego da un vuelco hacia los karts, atravesando ingeniosas pistas mientras despachas enemigos con las armas de cada carro, lancha o nave. Sobra decir entonces que, además de desarrollar a tu personaje, como es tradición, ahora también desarrollas a tu vehículo cambiándole neumáticos, motor y hasta claxon con un impacto evidente en el rendimiento, sin llegar a ser excesivamente serio, un simulador ni mucho menos. Todo es colorido, amigable, acelerado y divertido. Jamás me aburrí jugando Skylanders: SuperChargers, aunque me pareció algo molesto no poder acceder a varios segmentos por carecer de los vehículos adecuados (los hay aéreos, marinos y terrestres) y ahí entra en juego el adictivo ―si bien molesto― negocio porque igual que sus predecesores, Skylanders SuperChargers está intencionalmente incompleto, de modo que llegarás a puntos donde te inviten a completar cierta misión sólo para recordarte inmediatamente después que no tienes la lancha o la nave para hacerlo. Es, en otras palabras, DLC físico.
Por fortuna, el título goza de mucha profundidad y variedad de actividades a pesar de su carácter trunco, pues existe una región central (hub), aquí conocida como Academia, donde convergen todas las modalidades presentes, las cuales trascienden la historia, conformada por decenas de capítulos. Entonces llegas a esta ciudad aérea y ahí decides si continuar con tu aventura base, involucrarte en carreras contra la máquina, contra oponentes en línea, contra reloj, desafíos, copas, persecuciones pistas invertidas, entrenamiento de combate, juego cooperativo, el ya clásico Skystones ―que es un HearthStone para principiantes―, etcétera. Es decir, con o sin accesorios, Skylanders SuperChargers es un jugoso paquete.
Con el control en las manos, Skylanders SuperChargers es responsivo, lo cual resulta vital cuando tienes vehículos, pero lo que me molestó un poco fue la cámara fija, un mal que persiste en la serie desde sus comienzos y que para SuperChargers adopta un carácter más notorio debido a la velocidad implícita en las carreras, donde a menudo el ángulo no se siente 100% cómodo. Esto no arruina la experiencia, pero definitivamente cuenta como desperfecto. Cabe acotar que SuperChargers toma como modelo Mario Kart para sus carreras, con power-ups regados por las pistas que abarcan desde un reloj de arena ―que hace que todos los carros vayan lento― hasta el típico escudo para protegerte de los embates enemigos o el cohete que te permite ir a 1000 kilómetros por hora o algo así, y munición en forma de cargadores dispuestos a lo largo de los recorridos. No es original, pero funciona y el diseño de cada trazo no pide nada al de juegos 100% dedicados al género de karts. En una por ejemplo, corres sobre el cuerpo de un dragón y de vez en cuando éste sopla hielo sobre la pista.
La inevitable sensación de estar ante una experiencia trunca es molesta
El combate, por otro lado, es simple pero desafiante, debido en buena medida a los diversos grados de dificultad ─recomiendo el más alto, si ya estás barbudo─ y aunque escueto, el hecho de que personajes y vehículos desarrollen sus habilidades conforme pasan las horas, mantiene las cosas dinámicas. Esto ocurre mediante 2 divisas distintas: monedas para comprar nuevas habilidades a tu skylander y engranes para mejorar los vehículos. Ambos están regados a través de los niveles, así que la progresión es relativamente ágil, pero más vale que cuentes con varios skylanders bien leveleados para los jefes finales o de otro modo, tendrás que reiniciar constantemente. También existen cofres con cerraduras ─que por cierto involucran un simpático minijuego─ y cajas de regalo, los cuales brindan artículos como sombreros o recompensas pasivas que también mejoran a tu personaje, otorgándole mayor velocidad o incrementando el número de monedas que recibe bajo circunstancias muy puntuales, por poner un par de ejemplos.
Como mencioné antes, Skylanders: SuperChargers soporta juego en línea, mismo que funciona sin problemas en las carreras pero que me dejó rascándome la cabeza en el resto del juego porque es posible invitar a un amigo a tu sesión pero no unirte a la de un extraño a voluntad y si esta función existe, no resulta intuitiva porque no está localizada donde yace el resto de las opciones online. Así las cosas y ante la falta de otros amiguitos de 29 años que tuvieran Skylanders: SuperChargers, fue imposible evaluar cómo opera el cooperativo en línea. En local, sin embargo, no tiene problema. Tan pronto apareces en el mundo oprimes tache para activar el segundo control y ¡listo! Puedes explorar el mundo en pareja, ya sea para competir o para disfrutar la historia juntos.
Skylanders SuperChargers me sorprendió y divirtió muchísimo. Es un título simple, pero con un estándar de producción elevado que refleja esmero pese a su carácter anual, con abundantes alternativas de juego ―ahora enriquecidas con modalidades en línea― y una presentación sobresaliente. Mis únicas quejas son con la cámara, el exceso de pausas cinematográficas que terminan por atragantarte y la inevitable sensación de estar ante una experiencia trunca porque carece de vehículos marinos o aéreos para disfrutar el resto del producto; sé que esto es parte de la estrategia, pero no deja de ser incómodo. Y si cabe otro comentario es respecto al portal que este año luce desangelado y que ha innovado poco desde la implementación de las trampas. Esta semana debutaron nuevas propuestas toys to life que reinventan la forma de usar la base y dejan tanto a Skylanders como a otros del género, malparados, aunque éste un muy buen juego de acción.
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