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Es imposible hablar de los JRPG sin mencionar Dragon Quest, franquicia que sentó las raíces del género y que por años ha permanecido como una de las favoritas del público japonés. Si bien ha intentado conquistar occidente en varias ocasiones, la realidad es que no han sido tantos los jugadores de nuestra región que se han dejado encantar por la obra de Yuji Horii.
A casi un año de su estreno en Japón, Square Enix lanza una versión occidental de Dragon Quest XI: Echoes of an Elusive Age. Se trata de un juego que fue adaptado y mejorado para enamorar a los jugadores de América y Europa con el objetivo de imitar lo logrado en tiempos recientes por series como Monster Hunter, Persona y NieR. ¿Lo logrará? Eso sólo el tiempo lo dirá, pero puedo adelantar que se trata de una experiencia atractiva y amigable.
Descubriendo la leyenda
En la historia de Dragon Quest XI: Echoes of an Elusive Age tomas el rol de un joven del pueblo Cobblestone que al cumplir 16 años descubre que su destino es ser el responsable de erradicar la oscuridad del mundo. Así pues, decide visitar al rey de Heliodor ―uno de los reinos más importantes de Erdrea― para saber más sobre su misión y papel en el mundo. Desafortunadamente, su presencia resulta no ser bienvenida y eso desencadena una serie de sucesos poco favorables. A grandes rasgos, puedo adelantar que esto lo lleva a un camino donde buscará respuestas sobre quién es en realidad y cuál es el origen de la misteriosa marca que tiene en la mano. Una combinación clásica en el género JRPG.
Aunque se trata de una trama que se acerca mucho a la trillada estructura del héroe que desconoce que está destinado a salvar el mundo, la verdad es que logra contarnos una historia interesante y atrapante. Principalmente esto es gracias a sus personajes entrañables que evolucionan y sobre los cuales vamos conociendo más con el paso de la historia. Otro punto fuerte de la narrativa es que el camino de la misión principal nos lleva a relatos pequeños donde se nos presentan situaciones interesantes que el héroe y su compañía solucionan. Estas memorables historias secundarias se sienten como pequeños capítulos que ayudan a mantener un buen ritmo y a mandarnos el mensaje de que el mal que vamos a encarar es enorme.
Un mundo por explorar
El mundo de Dragon Quest XI está hecho en 3D, lo que además de tener un impacto visual permite que los escenarios tengan cierta verticalidad. Al explorarlo verás que tienes la oportunidad de saltar en algunos objetos para alcanzar ciertos lugares, o que puedes usar escaleras de mano para encontrar un tesoro oculto. De esta forma, la exploración es un poco más interesante al entregar una dimensión adicional al movimiento. Ten en cuenta que gracias a la opción de correr en el lanzamiento occidental de Echoes of an Elusive Age, descubrir el mundo nunca es cansado y puedes llegar de un punto a otro en cuestión de minutos. Esto logra que te sientas motivado a explorar cada esquina de los lugares que visitas. De hecho, me parecía tan agradable el caminar por sus paisajes que fueron contadas las ocasiones en las que aproveche la opción de viaje rápido.
Ahora bien, en Dragon Quest XI no te la pasarás a pie y habrá situaciones en la que uses distintos tipos de monturas. Desde las primeras horas de juego tendrás acceso a un caballo que te permitirá trasladarte más rápido ―lo que se siente innecesario gracias a lo veloz que corre el héroe― y arrollar a los enemigos que estén a tu paso. Más adelante encontrarás secciones que presentan monturas como abejas o dragones, las cuales sirven para alcanzar zonas que son inaccesibles de cualquier otro modo. El uso de estas criaturas es divertido y me gustó aprovecharlas para explorar la verticalidad de los mapas. Lo malo es que sólo se encuentran en escenarios que están diseñadas para aprovechar sus habilidades, así que olvídate de agarrar un dragón en las montañas para viajar a Heliodor y ver de cerca los balcones de su castillo.
Es importante señalar que Echoes of an Elusive Age no es un juego de mundo abierto, pero tampoco es completamente lineal. El mapa se divide en zonas de tamaño respetable por las que te puedes mover con libertad. Además, es posible desconectarse temporalmente de la historia para completar misiones secundarias. Dicho esto, la exploración tiene ciertos límites y deberás jugar por varias horas antes de poder viajar a cualquier punto del mapa con libertad.
En tu viaje por el mundo de Dragon Quest XI te encontrarás a diferentes tipos de monstruos a los que te enfrentarás en combate. Lo interesante es que las batallas aleatorias ya no son parte de Dragon Quest, así que para iniciar un combate será necesario que toques a un enemigo. Esto se agradece, ya que no tendrás que participar en batallas que prefieras evitar. Lo verdaderamente sobresaliente de esto es que los monstruos no son acartonados y reaccionan al mundo que les rodea. Por ejemplo, si tu equipo ya tiene un nivel elevado y se acerca a monstruos débiles, verás que harán todo para escapar y evitar la muerte. Por otro lado, si los ves a lo lejos notarás que en ocasiones están realizando diferentes actividades dependiendo del lugar en el que estén (por ejemplo, en bibliotecas encontrarás a grupos de criaturas estudiando). Esto da la ilusión de que el mundo tiene vida y movimiento más allá de las acciones de los protagonistas.
Dragon Quest XI cuenta con un mundo carismático que presenta locaciones bien definidas y con una personalidad única. Así pues, encontrarás ciudades inspiradas en la China feudal o en las islas hawaiianas y eso se ve reflejado en su arquitectura, cultura e incluso el terreno que las rodea presenta un ecosistema parecido a lo que esperarías de sus contrapartes del mundo real. Gracias a esto llegar a nuevas zonas es todo un deleite, ya que verdaderamente se siente que estás descubriendo lugares encantadores.
Intensos combates por turnos
"Sus sistemas [de combate] son profundos y balanceados".
Dragon Quest XI es un JRPG de corte tradicional y esto conlleva a que tenga un sistema de batallas por turnos. En cada pelea, tus personajes ―puede haber hasta 4 luchando al mismo tiempo― realizan distintas acciones como atacar con movimientos cuerpo a cuerpo; usar habilidades especiales; invocar hechizos; defenderse; utilizar objetos o escapar. Es decir, lo estándar en cualquier título con este tipo de combate. Lo llamativo en Echoes of an Elusive Age es que sus sistemas son profundos y balanceados. Cada personaje tiene un rol claro y no se siente como si unos tuvieran ventaja sobre otros. Habrá batallas en las que necesitarás un equipo que pueda acabar un combate en un par de turno, por lo que vas a querer poner a tus guerreros más poderosos y a otros que puedan ayudar a aumentar su poder. Asimismo, a veces te enfrentarás a enemigos que tengan varios puntos de daño, por lo que usarás un equipo con ataques que afecten a diferentes objetivos. El juego también presenta un sistema llamado Pep Powers, el cual permite que tus guerreros entren en una especie de trance al cumplir ciertas condiciones. Al estar en este estado su poder aumenta y pueden realizar ataques en combinación con algunos de sus compañeros. Todo lo dicho significa que el juego te motiva a conocer las habilidades de cada uno de los miembros de tu equipo, a experimentar con diferentes alineaciones y diseñar estrategias para derrotar de la manera más efectiva a los rivales. Gracias a esto, el combate es muy divertido y recompensante en Dragon Quest XI, así que no te la pasarás presionando X esperando a que termine cada enfrentamiento. Además, la transición entre el overworld y las peleas es muy rápida, por lo que nunca sentí que iniciar una fuera molesto.
Las luchas contra jefes no se quedan atrás y sacan jugo a lo ya mencionado para ser vibrantes. Aunque hubo pocos enemigos que me derrotaran en más de una ocasión, mentiría si dijera que no me sacaron un buen susto. La mayoría de las veces llegaba al final de la pelea con el corazón palpitando y las manos sudadas, puesto que una decisión torpe era suficiente para que mi equipo fuera derrotado.
Con el objetivo de que los combates aparenten tener más acción, se implementó un sistema de cámara libre que te permite mover el ángulo desde donde la ves y también seleccionar la posición de tu personaje en el área de lucha. Aunque a simple vista puede parecer que es un RPG de acción, la verdad es que es un simple cambio estético y las peleas nunca dejan de ser por turnos. Al inicio lo sentí como una adición divertida, ya que me permitía entretenerme mientras esperaba a que terminara el turno de mis enemigos, pero lo terminé ignorando cuando avance en el juego y las peleas se hicieron más sofisticadas. Al final decidí desactivarlo para ver las animaciones de pelea como en casi cualquier otro JRPG. Es un elemento divertido y se agradece su presencia, pero no deja de ser meramente superficial.
Otro elemento que añade una capa extra de profundidad a los combates de Dragon Quest XI es un árbol de habilidades que da cierto nivel de personalización a los personajes. Gracias a él tienes la opción de elegir el tipo de guerrero que quieres que sean. ¿Buscas que el héroe sea un espadachín y que tenga ataques elementales? Basta con que elijas esas habilidades cuando subas de nivel. ¿Prefieres que sea un guerrero que pueda eliminar a cualquiera con unos cuantos golpes con una espada enorme? También tienes la opción de hacerlo. Aunque existen claras limitantes, este sistema permite que los personajes se adecuen a tu estilo de juego. Además, si en algún momento te ves obligado a cambiar ―o simplemente adquiriste una habilidad que no te gustó― podrás reasignar los puntos al pagar una pequeña cuota en cualquiera de los puntos de guardado.
Más allá de la historia principal
Las misiones secundarias de Dragon Quest XI siguen la línea de las de un JRPG tradicional. Esto lo digo tanto en sentido positivo como en negativo. Yendo al grano, la mayoría de estas misiones cuentan con una estructura de fetch quest. En otras palabras, en ellas alguien te pedirá que hagas un encargo ―que puede ser encontrar a una persona en un pueblo lejano o que elimines a un enemigo con un movimiento en particular―, tu irás a cumplirlo y después volverás a recibir una recompensa. Afortunadamente, Armor Project las diseñó para que sean significativas y te enseñen más sobre la manera en la que funciona Erdrea. Así pues, aunque comparten una estructura similar, vale la pena explorarlas para saber a dónde acudir cuando necesites cierto recurso o revisitar lugares a los que tal vez prestaste poca atención.
Además de las misiones secundarias, hay algunas actividades extra que se pueden realizar, como competir en carreras de caballos o coleccionar medallas repartidas por el mundo. Mi favorita de todas fue el minijuego para forjar equipamiento. En cada fogata, verás que hay un kit de creación de equipamiento, en el cual debes golpear diferentes secciones de un objeto para que sus barras de calidad lleguen al nivel indicado. Lo importante es que debes ser sumamente cuidadoso, ya que sólo tienes una cantidad limitada de golpes, además de que es posible pegarle de más a una zona. Conforme progresas, este minijuego se hace más profundo ya que desbloqueas habilidades especiales ―como golpear 2 zonas al mismo tiempo o la posibilidad de hacerlo con más fuerza―, por lo que realmente debes analizar la situación para diseñar el arma perfecta. Además, es una actividad que se extiende a todo el mundo de Erdrea, ya que en él se esconden instrucciones para fabricar equipamiento y los materiales necesarios para hacerlo.
Terminar Dragon Quest XI ―dedicando tiempo a misiones secundarios y contenido adicional ― me tomó poco más de 80 horas. Dicho esto, creo que se trata de una experiencia JRPG con el potencial de atrapar a los jugadores dedicados por más de 100 horas. Más cuando consideramos que después de los créditos hay una sorpresa que seguramente te mantendrá enganchado por un buen rato más.
Un JRPG clásico para el mundo moderno
Es claro que Dragon Quest XI está diseñado para ser un JRPG de corte tradicional, pero adecuado a los gustos y necesidades de los jugadores nuevos. No quiero decir que sea una experiencia casual; de hecho, tiene todo lo que los fans de antaño esperarían de un juego de este género. A lo que me refiero es que cuenta con decisiones de diseño pensadas para jugadores que carecen del tiempo para tener largas sesiones o que pasan largos periodos sin tocar el juego. Por ejemplo, hay un montón de puntos de guardado, además de que tiene función de autoguardado (muy fiable, pero recomiendo salvar manualmente para tener control total de tu progreso). Del mismo modo, cada vez que regresas al juego se te da un pequeño resumen del momento en el que te encuentras, lo que resulta muy útil para recordar qué estabas haciendo la última vez que visitaste Erdrea. Gracias a esto, tienes la posibilidad de vivirlo a tu ritmo, ya sea jugando por horas cada día o disfrutándolo en pequeños bocados.
Siguiendo esta misma línea, en el modo regular de juego, Echoes of an Elusive Age requiere muy poco grinding para poder progresar en la historia. Esto quiere decir que en la mayoría de sus horas de juego estarás empapándote de todo lo que su mundo tiene por ofrecer, en lugar de estar dando vueltas en un lugar para vencer a los mismos enemigos una y otra vez para conseguir experiencia. Como mencioné antes, la versión que llegará a América cuenta con un botón de correr que logra reducir considerablemente los tiempos de traslado. Esto ayuda a que la exploración de los calabozos nunca sea molesta y realmente incentiva al jugador para que busque todos los secretos.
En pocas palabras, Dragon Quest XI está hecho para eliminar todo el tedio que suele acompañar a los JRPG y permitir que realmente te sientas parte de una aventura que es épica y emocionante. Así se crea una profunda inmersión en la que piensas menos en las mecánicas del género y más en el viaje que has vivido y lo que te queda por delante.
"Dragon Quest XI está diseñado para ser un JRPG de corte tradicional, pero adecuado a los gustos y necesidades de los jugadores nuevos"
Ahora bien, Armor Project también preparó opciones para quienes busquen un juego que realmente requiera esfuerzo y dedicación. Antes de iniciar una partida se te preguntará si quieres activar un Draconian Quest. Esencialmente se trata de un modo difícil que te permite decidir si quieres recibir menos experiencia de batallas sencillas; que sea imposible escapar de los combates; que se te prohíba comprar objetos y usar armadura; que todos los enemigos sean súper fuertes o que a tu personaje le dé un ataque de timidez que le impida actuar en algunas peleas. Por cuestiones de tiempo sólo invertí pocas horas en Dragon Quest XI con todas las opciones del Draconian Quest activas; no obstante, puedo decir que lo convierte en una experiencia realmente hardcore.
Gráficos que permanecerán encantadores
Gráficamente, Dragon Quest XI está lejos de ser el juego más impresionante, pero me parece que cumple con todo lo que podría pedir. Ya que el estilo de arte es estilizado, estoy seguro de que será de esos juegos que envejecerán con gracia y que sólo necesitarán un aumento de resolución para cumplir con los estándares de cualquier época futura.
El trabajo de diseño de personajes y enemigos ―todos con el sello de Akira Toriyama― también es excelente, está lleno de personalidad y es justo lo que los fans de la serie esperan. El buen diseño no está limitado a esto, ya que también hay un montón de piezas de equipamiento, cada una con un diseño único. Desafortunadamente, no todos los cambios de equipamiento son visibles en los personajes, por lo que al final se sienten desaprovechados.
En Dragon Quest XI hay varias escenas narrativas que nos cuentan sucesos del mundo. La mayoría lucen bien gracias a que conservan el estilo visual del juego y cuentan con animaciones que, sin ser sobresalientes, cumplen con lo que se espera. Dicho esto, a lo largo del juego hay un par de cutscenes que realmente me dejaron con la boca abierta porque lucen mucho más detalladas y dan la impresión de formar parte de una película animada. Lo malo es que son muy pocas las que lucen así. Si bien me queda claro que hay una buena razón para esto, la verdad me quedé con ganas de más. Ya será para la próxima.
Una de las novedades de la presentación de la versión para Occidente de Dragon Quest XI es que todos sus personajes cuentan con voz en inglés y en las escenas presentan sincronización de labios. Ya que en el remake de Secret of Mana me había decepcionado este aparatado, la verdad es que esperaba muy poco de Dragon Quest XI, pero para mi sorpresa, me pareció una gran adición. La voz de cada personaje suena autentica y muy cuidada para reflejar su personalidad e intenciones. Cuando comparamos las escenas con las de la versión japonesa, vemos que en Occidente recibimos un juego que se siente más vivo.
La banda sonora es uno de los puntos donde Dragon Quest XI flaquea. Varias de las composiciones que Koichi Sugiyama preparó para Echoes of an Elusive Age entonan con el momento por el que pasan los personajes y logran despertar sensaciones de triunfo, tensión o tranquilidad. Además, se retoman temas de entregas pasadas, por lo que habrá más de un momento donde la nostalgia invadirá a los que han adoptado esta franquicia como parte de su vida. Por desgracia, hay 2 problemas que me dejan un sabor agridulce: el primero es que algunos de los temas son poco memorables y se quedan cortos a lo que se espera de una producción como Dragon Quest XI. El segundo es que fue grabado con instrumentos virtuales en lugar de con una orquesta. Así pues, aunque tenga grandes canciones, al final no suenan tan épicas como deberían y se quedan cortas a lo que otros RPG han presentado en los últimos años.
Lamentablemente la presentación del juego presenta unas pocas inconsistencias. Hubo momentos que al entrar una nueva zona el juego me prohibía ir hacia adelante por algunos segundos y el héroe sólo se movía hacia la izquierda o la derecha. Asimismo, en un par de ocasiones el juego me detuvo cuando quería entrar a un edificio de una ciudad ya que su contenido no había cargado. Nada realmente molesto y ocurrió muy pocas veces en más más de 80 horas de juego; sin embargo, es posible que incomode a los más quisquillosos.
Un gran punto de entrada a la franquicia y al género
"Es un JRPG moderno y accesible que conserva un vínculo profundo con las raíces del género."
Dragon Quest XI: Echoes of an Elusive Age es un JRPG moderno y accesible que conserva un vínculo profundo con las raíces del género. No sólo es una aventura para salvar un mundo, sino que también es un viaje por los más de 30 años de tradición de una franquicia que sentó las bases del género como lo conocemos hoy. En todo momento me hizo recordar lo especial y mágico que puede ser un juego. Es una experiencia realmente extensa y nunca sentí ganas de detenerme. Al contrario, quería seguir. Necesitaba saber más sobre su mundo, ganar más combates, seguir subiendo de nivel y obteniendo todos los objetos ocultos.
Se trata de un JRPG indispensable para los fans de Dragon Quest ―como si fuera necesario decirlo― por estar repleto a guiños a entregas pasadas de la franquicia. Asimismo, tiene mucho que ofrecer a los jugadores dedicados, puesto que es un JRPG hecho y derecho que entrega sensaciones cautivadoras. También es recomendable para los novatos ya que es tan accesible y emocionante que me parece uno de los mejores puntos de partida para cualquiera que se quiera adentrar en el mundo de este género.
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