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Hace algunos años, a los fans de los JRPG y juegos de estrategia nos explotó la cabeza al saber que Fire Emblem y Shin Megami Tensei, 2 series de culto, iban a tener un título en colaboración. Cuánta sería nuestra extrañeza al conocer que se trataba de un juego sobre Idols, es decir, estrellas adolescentes del la música pop japonesa, los cuales tienen como espíritus guías a personajes del universo de Fire Emblem. Desquiciado. Pero, a pesar de lo extraño del concepto, Tokyo Mirage Sessions #FE es un juego muy disfrutable, con un buen sistema de combate, una historia un poco estereotípica que funciona y deslumbrantes espectáculos musicales a cada momento. Sus puntos débiles son un mundo limitado, algunas elecciones gráficas que deslucen y el tedio de algunos dungeons, pero fuera de eso es una propuesta interesante, en especial para el amante del mundo pop japonés.
La trama del juego se centra en Tsubasa Oribe, una chica ordinaria de preparatoria que es fan del J-Pop y las idols. Sin embargo, Tsubasa tiene un pasado oscuro: su hermana, Ayaha, era una talentosa cantante que durante una función desapareció misteriosamente sin dejar rastro. Dicho evento dejó marcada a Tsubasa, que tiene el ferviente deseo de volverse una artista como su hermana y averiguar la verdad sobre su desaparición. Ahora bien, el personaje que controlamos en el juego es Itsuki Aoi, amigo de Tsubasa. Un día, caminando en el distrito comercial de Shibuya, te encuentras con que Tsubasa ha entrado a las audiciones para ser la siguiente idol bajo la tutela de la espectacular cantante Kiria. Sin embargo, de pronto ocurre lo impensable: el presentador se revela como un ser diabólico que secuestra a Tsubasa y el resto de las chicas.
Al parecer, existe una dimensión llamada Idolsphere, habitada por seres sobrenaturales llamados Mirages. Algunos de ellos son demoníacos, otros, entidades benévolas, pero todas son creadas por una energía especial llamada Performa, el poder generado por la creatividad humana y la capacidad artística. Al entrar en el Idolsphere a rescatar a Tsubasa, Itsuki se encuentra con que él y su amiga tienen sus Mirages que son versiones extrañas de personajes de Fire Emblem: el Mirage de Itsuki es nada menos que Chrom, mientras que el de Tsubasa es Caeda, la princesa de Talys y esposa del legendario rey Marth. Tras salir de dicho predicamento, Tsubasa e Itsuki son contactados por Fortuna Entertainment, compañía reclutadora de Idols que en realidad combate a los Mirages malévolos con el poder de sus artistas. Ahora Tsubasa tiene por fin la oportunidad de cumplir su sueño de ser idol y, de paso, investigar la verdad detrás de la desaparición de su hermana, un secreto del que puede depender el futuro de todo Tokio...
Tokyo Mirage Sessions #FE está más del lado de Persona que del de Fire Emblem
En cuanto a mecánicas, definitivamente Tokyo Mirage Sessions #FE está más del lado de Persona que del de Fire Emblem. El juego es un JRPG con batallas por turnos, interacción social, cutscenes y ambientación moderna, donde protagonistas adolescentes tienen alter-egos que emanan de sus emociones más profundas y que usan para combatir demonios. Prácticamente, el elemento Fire Emblem se reduce a que los Mirages (que al fin y al cabo son variantes de las Personas) tienen tema de dicha franquicia de estrategia, y los mismos se convierten en armas como lanzas, espadas, hachas, arcos, los cuales tienen bonificación contra ciertas unidades y pueden interactuar en el sistema de combate para formar combos. En fin, digamos que en la mezcla que constituye el juego, el elemento Shin Megami Tensei lleva la voz cantante y Fire Emblem es el acompañamiento.
El juego brilla sobre todo en el combate y las misiones secundarias. Verán, el combate en Tokio Mirage Sessions #FE es concebido como un espectáculo, y en él se expresan todo tipo de talentos humanos: desde el canto, el baile, el modelaje o la fotografía hasta la actuación. Cada personaje, a través de su Mirage y de su relación emotiva con otros personajes, aprende nuevos talentos para expresarse en la escena. Por lo tanto, para desbloquear nuevas habilidades para que tu desempeño sea más y más espectacular, necesitas cumplir las side-quests en las que tus personajes entran en contacto con sus emociones y talentos innatos. Esto hace que las misiones secundarias tengan sentido y recompensa, y es provoca que la progresión sea algo interesante y único, pues el avance de tu personaje y la manera en que vives la trama están íntimamente vinculados.
Por otro lado, el combate está lleno de espectaculares combos que no sólo son interesantes sino hermosos de ver, pues todo está concebido como un gigantesco número de talentos. Los combos dependen de un sistema pseudo-Fire Emblem en el que los enemigos son débiles a determinados tipos de magia y armas: atacar a un enemigo con el arma correcta desencadena un combo por parte de tus personajes, y combos más elaborados y exclusivos pueden ser utilizados mediante un sistema de puntos obtenidos durante los encuentros al azar. En fin, puede decirse que el combate es el aspecto más sólido del juego, muy espectacular y divertido.
Lo malo del juego son los escenarios y los dungeons. En muchos sentidos, se trata de un título con una filosofía de diseño tremendamente obsoleta, con espacios cerrados de tamaño ridículamente minúsculo, pantallas de carga por doquier, paredes invisibles y muy poca exploración. Esto es una lástima, porque el escenario principal del juego, el distrito de Shibuya, hubiera sido una experiencia increíble para el japanófilo occidental si se hubiera puesto algo de esfuerzo en ello. Otro problema son los dungeons. Durante el juego, hay que visitar varias veces la Idolsphere, donde hay calabozos llenos de Mirages y algunos puzzles. Sin embargo, su diseño es plano, predecible y pobre, además de que muchas veces es necesario salir del calabozo para hacer cosas tan elementales como cambiar de arma o aprender nuevas habilidades en el hub del juego (Bloom Palace). En resumen, la experiencia de dungeons es bastante mala.
En cuanto al aspecto visual y de sonido, el juego también resulta mixto. Los modelos de los personajes son hermosos, pero muchos gráficos son horriblemente obsoletas, en especial en lo que se refiere a locaciones. Lo peor del juego son, sin duda, las manchas de color que representan a la gente, un recurso flojo y que hace parecer al juego prácticamente uno portátil. Afortunadamente, estos defectos son balanceados por los espectaculares videos musicales del juego y la hermosa música, que hará las delicias de los fans del J-Pop.
Debemos dedicar algunas palabras a la localización. No, no hablaremos de los cambios de los elementos más controversiales, que pueden ser una fuente de malestar pero sólo para los fans más clavados. No, el problema está en que todos los diálogos que exclaman los personajes en batalla están sin traducir. Es decir, todos los diálogos regulares están traducidos, pero muchas exclamaciones y algunas líneas que sólo ocurren dentro de la batalla se dejan sin traducir. Con mi deficiente japonés me es posible entender frases tontas como "Chrom, dame tu fuerza" o "Muchas gracias a todos" o "Mi sueño es que todos se sientan bien a través de mi música", pero muchos de los diálogos entre tus caracteres o lo que dicen a los jefes queda detrás de la barrera del idioma de una manera un poco irritante...
Exuda la cultura jpop
Fuera de eso, el juego está muy bien y apelará fuertemente al entusiasta de Japón, pues las voces están en el original japonés y exuda la cultura pop de dicho país en todas partes. Un personaje que me divierte es Barry Goodman, el entrenador del grupo, un otako occidental con bandita de Naruto en la cabeza que se la pasa viendo shows de niñitas mágicas y es víctima de las burlas de los personajes (sí, los japoneses desprecian a los otakus con toda el alma). Sus diálogos, por ejemplo, son los de un hablante no nativo del japonés, con errores como abusar del famoso "desu" y más. En fin, muy divertido y una manera de experimentar algo de las percepciones de la cultura japonesa actual, como ocurre en los juegos de la serie Persona.
Tokyo Mirage Sessions #FE es un título recomendable, con altas dosis de espectacularidad y emoción artística. No es para todo público: la verdad, sólo apela a los más clavados en ciertos aspectos de la cultura pop japonesa que se pueden considerar como de nicho. Sin embargo, fuera de su temática (que está muy bien manejada) el juego tiene sus claroscuros: un hermoso sistema de combate, pero feos dungeons; espectaculares cinemas e inmersión en el mundo pop japonés, pero gráficos y ambientes obsoletos. No podemos decir que sea tan distinto de otros juegos de la serie Persona, aunque sea un poco más predecible y menos inspirado en su guión. Con todo, una buena experiencia para el amante del Japón moderno, y otro buen título para tu Wii U. Recomendable, aunque con algunas reservas.
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