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Parecía imposible y una locura que Prince of Persia regresara en una presentación alejada de algún remake o colección, porque Assassin’s Creed llegó en 2008 para reemplazarla casi por completo. Para fortuna de los fans del príncipe, Ubisoft Montpellier encontró la manera de que la saga tenga un segundo aire que está lleno de esperanza.
Prince of Persia: The Lost Crown es uno de los metroidvanias más redondos que hemos jugado en mucho tiempo, porque combina los clásicos y gigantes de este estilo de juegos, pero también agrega pinceladas propias. A pesar de que carga en sus hombros la historia de una franquicia y un género muy longevos, nunca se queda corto; al contrario, constantemente nos tuvo impresionados y sin poder bajar el control.
Una combinación perfecta
Prince of Persia: The Lost Crown es un reboot, así que les advertimos que no esperen algo de lo que vieron en las entregas más famosas de la saga. En lugar de voltear a ver ese lado de su pasado, los desarrolladores se fijaron en un género muy popular: los metroidvanias, así que tomaron lo mejor de varios títulos legendarios y revolucionarios para hacer uno que funciona en casi todos los aspectos.
De Blasphemous tiene el combate preciso y las peleas contra jefes inmensos y brutales; de Ori and the Will of the Wisp tomó la manera en que podemos hacer varias misiones secundarias a la par de avanzar en la historia principal; de Hollow Knight usó el plataformeo difícil de perfeccionar pero muy satisfactorio, así como la inmensidad de su mapa; de Metroid Dread tomó la historia interesante e intrigante y al antagonista intimidante, y así con más entregas.
Algunos demeritarán esto al decir que entonces es una copia de varios juegos, pero es digno de reconocimiento que el equipo de desarrolladores haya sabido elegir los elementos indicados de cada una de estas entregas y combinarlos de una manera magistral. Igualmente, Ubisoft Montpellier supo darle identidad, pues en todo momento sentimos que jugamos un Prince of Persia gracias al diseño de los personajes, los ambientes e historia.
Su propia pizca de sal
Además de lo estético y narrativo, The Lost Crown añade una que otra mecánica nueva para los metroidvanias. La principal son los Fragmentos de Memoria, que sirven para tomar una foto de un lugar y que ésta se añada como marcador en el mapa, para así posteriormente verla y saber exactamente dónde está ese punto.
Esto es muy útil para recordar por qué dejamos de progresar en alguna habitación y así, una vez que obtengamos la habilidad necesaria, podamos regresar y avanzar. Eso sí, si son gamers que están acostumbrados a los metroidvanias, es probable que no los utilicen, pues el chiste de este género es hacer estos apuntes en la memoria. Creemos que es una gran adición para la gente que apenas se adentra en este tipo de juegos, pero está un poco de sobra para los expertos.
Otro detalle único de The Lost Crown es que hay 2 maneras de configurar el mapa: el modo “Exploración”, que nos permite descubrir el mundo a nuestra manera, y el “Guiado”, ideal para David Jaffe, porque hará que en el mapa aparezca el siguiente objetivo y los lugares a los que aún no podemos acceder.
Creíamos que el modo Guiado iba a ser muy obvio y sencillo, pero realmente sólo marca esos 2 detalles; otros elementos, como los objetivos de la misiones secundarias o las habitaciones secretas, no aparecen. Justamente por eso nos parece una gran manera para que los novatos jueguen sin perderse, pero tampoco se arruinen las sorpresas o los lleven todo el tiempo de la mano. Aún así, preferimos la opción de Exploración para mantener la esencia.
Diseccionando al monstruo
Hablemos de cada elemento de Prince of Persia: The Lost Crown. El combate es, probablemente, su atractivo principal. Es preciso, libre para que juguemos de la manera que queramos y está abierto a que lo perfeccionemos. Así como podemos apretar el botón de ataque a lo loco para derrotar a un enemigo, hay varios combos que son mucho más efectivos (y atractivos). Algunos rivales tienen una inteligencia muy alta, así que debemos escarbar entre nuestro enorme repertorio para encontrar la combinación perfecta que nos ayude a derrotarlos y también hay que saber cuándo usar nuestro parry o esquivo.
Un punto que nos encantó es que hay tutoriales que nos explican cómo aprovechar cada uno de nuestros golpes y las habilidades que recogemos en el mapa o que obtenemos al vencer a un jefe. Recomendamos mucho que los revisen, porque además de que genuinamente son muy útiles, cuando los completamos nos recompensa con cristales que podemos gastar en las tiendas del juego.
Como buen metroidvania, comenzamos casi desnudos en cuanto a habilidades y poderes, pero conforme avanzamos nos hacemos más poderosos y completos. Hay movimientos y golpes que solamente se utilizan para el combate, pero otros que también sirven para el plataformeo. Todos son muy divertidos de usar, pero hay unos que deben aplicarse de maneras inteligentes para progresar, como el de regresar el tiempo; es una gozada y muy satisfactorio aplicarlo de manera correcta.
A nuestro repertorio de movimientos se añaden los charms, que así como en Paper Mario 64 y Hollow Knight, sirven para el combate y la exploración y el movimiento. Tenemos un espacio limitado para equiparlos, y hay varios que son sumamente útiles, así que es nuestra tarea pensar cuáles aplican mejor para el estilo de juego que preferimos; hay que elegirlos sabiamente. Nuestra recomendación es probar todos, porque sólo así podemos descubrir uno que tal vez a primera vista nunca llamó nuestra atención.
Los jefes son uno de nuestros puntos favoritos de Prince of Persia: The Lost Crown, porque son gigantescos, feroces, brutales y un deleite combatirlos. Tienen el nivel perfecto entre retadores y justos, porque la mayoría de las veces que perdemos contra ellos sabemos en qué fallamos y que fue nuestra culpa; jamás pensamos que son indestructibles o que están rotos. Algunos nos costaron varios intentos, y ver la animación de su muerte fue tan satisfactorio, que en un par de ocasiones gritamos del alivio.
Además de los jefes hay enemigos repartidos por todo el mapa y su variedad es impresionante. En cada bioma uno esperaría encontrar 1 o 2 clases de monstruos, pero son muchos más. En total, son 65 bestias diferentes, lo que hace que tengan patrones de ataque distintos y, por lo mismo, que el combate siempre sea interesante y variado, sobre todo porque algunos hasta podrían considerarse minijefes por lo difíciles que son.
Intentar perderse
Otro detalle que nos dejó boquiabiertos es que el mapa es uno de los más grandes que hemos visto en un metroidvania en los últimos años. Únicamente los superan algunos como el de Hollow Knight. Afortunadamente, cada habitación tiene algún coleccionable, reto, acertijo, sección de plataformeo, tienda, secretos y más elementos que hacen que valga la pena explorar cada rincón.
En algunas habitaciones encontramos a una chica que nos vende el mapa de una sección del mundo, y al principio es un poco abrumador ver todo lo que tenemos que recorrer y explorar, pero hacerlo es tan fascinante, que cuando nos dimos cuenta ya habíamos llegado a nuestro objetivo. Hay varios coleccionables, personajes, secretos, tesoros, escondites y más que hacen que el mundo se sienta muy vivo.
En ciertas ocasiones, cruzamos una gran sección del mapa para encontrar un cofre o coleccionable que nos recompensa de una manera un poco pobre, pero casi nunca sentimos que perdimos el tiempo, porque cada obstáculo y acertijo está puesto para que nos ayude a mejorar. Esto nos hizo sentir más poderosos no sólo por nuestro arsenal de habilidades, sino porque sabemos utilizarlo a la perfección.
La fórmula para que la exploración sea tan disfrutable está en su buen diseño de niveles y en el movimiento. Aunque en el comienzo tenemos pocas habilidades, deslizarnos, hacer wall jumping y correr se siente muy natural, intuitivo y empoderante, y más cuando en un cuarto hay varios obstáculos o artefactos que tratan de matarnos. La clave para salir vivos es combinar nuestro repertorio con buenos reflejos.
Conforme obtenemos habilidades como el dash, regresar en el tiempo y más, los lugares a los que podemos acceder se vuelven más peligrosos, pero la curva de dificultad es perfecta. Jamás hay un brinco brusco ni se vuelve inhumanamente complicado. El reto incrementa, pero de manera perfecta porque siempre recibimos las herramientas necesarias para progresar de manera entretenida.
El último gran acierto del mapa son los acertijos. Para progresar, pasar una misión secundaria u obtener algún coleccionable, a veces hay puzzles que van más allá de cruzar de punto A al punto B o vencer a algún rival aquí, genuinamente hay que ponerse a pensar. Son similares a los de Resident Evil 4 o a los de la saga de Legend of Zelda, y la mayoría son muy ingeniosos y nos hacen sentir como unos verdaderos genios cuando los resolvemos.
Además de divertidos, son un buen cambio de ritmo para que el título vaya más allá de combatir y plataformear. La mayor parte del tiempo Prince of Persia: The Lost Crown sabe cuando introducir ciertos elementos de la historia, de jugabilidad y nuevas mecánicas para que nunca nos aburramos o pierda nuestra atención. Es entretenido de inicio a fin.
Corona abollada
En cuanto a diseño, jugabilidad y progresión, Prince of Persia: The Lost Crown cumple con honores y es un metroidvania digno de codearse con los grandes, pero no todo es perfecto. Su defecto más inofensivo es la historia. A pesar de que tiene momentos que genuinamente nos sorprendieron e interesaron, otros son algo predecibles. Se recarga tanto en los giros de la trama que anuncia algunos sin darse cuenta, así que la revelación no es tan sorprendente.
Su mayor problema es el apartado visual. Los gráficos se ven pobres, como de un juego de hace 2 generaciones, y para ser el regreso del príncipe y un proyecto de Ubisoft, creemos que se le debió tratar mejor. Va más allá de que el estilo sea caricaturesco, pues títulos como Hi-Fi RUSH o Super Mario Bros. Wonder se ven mucho mejor. En The Lost Crown hay texturas, expresiones en los rostros y algunas locaciones que se ven mal y que, lamentablemente, matan por completo la inmersión.
Otra falla es que, aunque el mapa es enorme y hay hasta 13 áreas diferentes, el diseño artístico de los biomas deja mucho que desear. Hay pocas diferencias visuales significativas entre cada zona, al grado en que un par sólo se distingue porque el mapa nos lo dice o porque los enemigos son distintos. La mayoría tiene fondos poco memorables, así que ciertas locaciones nunca destacan. Solamente sobresalen las que aparecen cuando la aventura está más avanzada.
Veredicto
Prince of Persia: The Lost Crown es el ejemplo de cómo hacer un reboot. Tal vez los fans que esperaban que el príncipe regresara como en The Sands of Time o The Two Thrones se decepcionen un poco al principio, pero una vez que vean esta nueva cara de la franquicia comprobarán que la dirección que se tomó es la mejor. Además, es el segundo reboot de la saga, no es el fin del mundo.
Es un título perfecto para quienes apenas se adentran en las aguas de los metroidvanias, pero también es para los expertos, porque las opciones de accesibilidad pueden hacer más pasajera la experiencia sin que se pierda la magia del género. Además, son totalmente opcionales, así que si buscas un buen reto, The Lost Crown es ideal para ti.
Quizá algunos piensen que su innovación se queda corta o que toma prestados demasiados elementos de otros títulos, pero en realidad sabe repartir muy bien lo que es de su propia cosecha y los detalles de los que toma inspiración. De esta manera, es una aventura muy redonda y disfrutable desde que comienza hasta que vemos los créditos, pues fusiona de una muy buena manera calidad y cantidad.
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