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¿La realidad virtual tendrá éxito, o no? Muchos desean responder esta pregunta por medio de estadísticas de consumo, ventas, o cualquier otra tendencia, y esta manera de responde-como en cualquier otra área- es incorrecta , dado que no pone el dedo sobre lo esencial, pues por ejemplo, en el pasado se tenia la intuición ( casi obvia) de que los automóviles serian el futuro, no porque la gente lo comprara, sin mas, sino porque se pensaba como afectaba esto lógica, y concretamente nuestro bienestar como sociedad (aunque en el caso de la realidad virtual, la cuestión radica mas en como se experimenta, que en como nos afecta), y persona
Y es de la manera ante dicha, de imaginarse, y ver cómo afecta, o mejor dicho experimentamos tal periférico ( la realidad virtual) , para saber si realmente tendrá éxito, o no en el futuro ( suponiendo que tiene el nivel de perfeccionamiento necesario como para ser algo funcional).
¿Qué es lo que tiene de atractivo para la gente la realidad virtual? Ser una realidad alterna, una realidad tan inmersiva, donde los sentidos están tan en contacto con lo que ofrece el periférico, que se puede decir que uno esta “viviendo” ese mundo, aunque atenido a las reglas establecidas.
¿Por qué en primer lugar decidimos “evadir” la realidad más inmersiva de todas?¿o porque querer experimentar algo mejor?¿Porque que pensar que al huir de un lugar, estaremos seguro de nuestros problemas, tal como a veces parece ofrecer la realidad, más aun cuando ese nuevo lugar tiene tanta similitudes con el que se ha “escapado”?¿o porque querer experimentar algo que tiene muchas similitudes en forma con el que ya conocemos?
Algunos periodistas, y analistas han señalado que el problema de la realidad virtual es que se evade demasiado la realidad virtual, pero en realidad, es lo contrario: es el estar demasiado cercano a la realidad, su verdadero problema.
La realidad virtual tiene su problema pues en que nadie puede estar demasiado concentrado en ella, pues sería como estar en la misma realidad, demostrando de tal forma que lo que aburre, o abruma no es “el mundo”, si no nosotros mismos.
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