Resulta fácil darse cuenta por qué un filme como Francotirador está rompiendo récords de taquilla en Estados Unidos y por qué está nominada para 6 premios de la Academia, entre ellos, Mejor película. Es, después de todo, el retrato de una idiosincrasia, no nada más del soldado americano prototípico que Chris Kyle representa.

Con esta adaptación, Clint Eastwood ―de la mano del escritor Jason Hall―, captura la esencia de una generación militar dividida entre su deber patriótico y familiar, y muestra la paulatina deshumanización que el combate pasa como factura a los hombres y mujeres desplegados en Medio Oriente. El problema con ello es que aporta poco al retrato cinematográfico que de la llamada guerra contra el terrorismo se ha hecho a lo largo de los años y reitera una proyección unidimensional desde la óptica estadounidense. Esto me decepciona cuando recuerdo el singular servicio de dignificación que a los japoneses intentó hacer Eastwood con Letters from Iwo Jima.

Clint Eastwood captura la esencia de una generación militar

Es evidente que no hay algo digno en el terrorismo, pero hoy sería refrescante atestiguar un relato más diverso de la situación que se vivió en Irak, pues si las carteleras de los últimos 5 años han servido de algo, ha sido para conocer desde muchos ángulos al marino estadounidense, pero poco o prácticamente nada del ciudadano iraquí . No el que está coludido con las milicias regionales, sino el hombre de familia, el padre o el hermano, atrapado en esta situación.

Francotirador, por otro lado, cuenta la historia de Chris Kyle, un texano quien pasó a los anales de la historia militar como el tirador más letal que jamás caminara por las filas de los SEAL, pero cuya camaradería y sentido del deber casi los destruyen a él como persona y a su familia. La premisa resulta entonces familiar para quien vio The Hurt Locker (2008), pues en ella, el sargento William James también termina por sentirse perdido cuando regresa del frente de batalla, pero la diferencia radica en que aquel personaje se volvía adicto a la adrenalina de desactivar bombas, mientras que Kyle siente el "llamado del deber" en una forma tan pura que por momentos resulta increíble.

En el papel de Chris Kyle, tenemos a Bradley Cooper (The Hangover), quien nos ofrece una de sus actuaciones más sólidas desde Silver Linings Playbook, si bien, considero que librará una batalla cuesta arriba contra Michael Keaton (Birdman) y especialmente contra Eddie Redmayne (The Theory of Everything) en la disputa por el Óscar. Cooper tuvo que subir de peso para interpretar el papel y adoptar un carácter más sobrio respecto a otros roles que ha interpretado. Pero son quizá 3 escenas las que probablemente le valieron la nominación, en las cuales su personaje está expuesto a una enorme presión moral y que ponen a prueba su madera como verdadero actor, un ejercicio similar al emprendido por Matthew Mcconaughey el año pasado. El contrapeso es Sienna Miller ―quizá la recuerden como la Baronesa de G.I. Joe: The Rise of Cobra―, la esposa de Kyle, quien funge como brújula para el protagonista, pero que tal vez le quedó un poco grande a la bella actriz neoyorkina, quien en ocasiones fue incapaz de imprimir suficiente intensidad a emociones en momentos clave.

Al margen del argumento y el reparto, la cinta presenta algunas imperfecciones en el diseño de producción, especialmente durante una escena hogareña en la cual Kyle carga a su primer hijo y es evidente que el bebé es de juguete, un error que no estropea la experiencia, pero que definitivamente distrae la atención del espectador. Sobra decir que ésta no es la clase de película volcada sobre los efectos especiales, pero algunas explosiones y helicópteros de CGI también saltaron a la vista como falsos, así que no quedé plenamente convencido con el cuidado al detalle.

Volviendo al tema de la narrativa y el hilo conductor, considero que el mérito más grande de Francotirador es que permite, a quien no es estadounidense, entender un poco mejor la personalidad del marino o el SEAL y lo que para la sociedad de dicho país representa enviar a sus hijos, maridos y hermanos a pelear guerras que, en primera instancia parecen ajenas, pero que para algunos ostentan un matiz sumamente personal. Si se llegan a preguntar cómo ven los soldados estadounidenses a su nación, a su familia, de dónde son y cómo son detrás de la mirilla de un rifle, y cómo los afecta lo que viven en la guerra, éste es un buen filme para encontrar respuestas. Irónicamente, algunas de estas virtudes narrativas, también pueden alejar a las audiencias extranjeras, ajenas al estilo de vida sureño, a la cacería, a la cultura de las armas y la tradición militar. Y ni hablar de los originarios de Medio Oriente, algunos de los cuales se han sentido categóricamente insultados por la película.

"Francotirador es un drama reiterativo"

Ahora bien, desde la óptica del gamer, creo que vale la pena mencionar que Francotirador confiere sustancia a la guerra como concepto, misma que luego de horas de Call of Duty o Battlefield puede llegar a perder verdadero sentido. Confieso que disfruté contemplar cómo se preparan los SEAL y me sorprendí identificando por nombre buena parte del equipamiento militar que portaban los soldados estadounidenses y de Al-Qaeda ―es increíble lo mucho que nos enseñan los FPS modernos―, pero el mérito de la cinta es reparar en el hecho de que la guerra es un fenómeno desafortunado y brutal que destruye personas y familias, tanto física como mentalmente. Vaya, esto no es un juego.

Para ser claros y concisos Francotirador es un drama militar de buenas hechuras, pero la historia que cuenta la hemos escuchado más de una vez, aunque los personajes cambien. Y si gana la categoría como Mejor película, me quedaré con las mismas dudas que cuando The Hurt Locker hizo lo propio en 2009: cuestionando si hubiera sido tan laureada de haber retratado el otro lado de la moneda.