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Más que un videojuego, Animal Crossing es un hábito. Lo escribo un lunes a las 8:35 de la noche (en media hora, varias tiendas cerrarán sus puertas), mientras enciendo mi 3DS por cuarta vez en el día para jugar New Leaf. En este tiempo de recuperación (tuve un episodio de litiasis vesicular), la extraña franquicia de Nintendo ha sido un buen calmante mientras descanso. Siempre que escucho que esta compañía sólo se dedica a hacer "más de lo mismo" me pregunto si quien lo dice realmente conoce las franquicias.
Animal Crossing nació en el Nintendo GameCube como un título muy particular. La serie presenta un planteamiento poco común: eres un humano en un pueblo habitado por animales (y a nadie le extraña que lo seas). Las mecánicas son muy sencillas: recoger fruta, enviar cartas, platicar con los habitantes, comprar objetos, etcétera. Lo interesante es que todo está configurado en torno a un elemento: el transcurso del tiempo en nuestra realidad. Por ejemplo, jugar en la mañana es una experiencia muy distinta a hacerlo en la noche. Incluso iré más allá y diré que, a medida que se acerca Navidad y otras fechas, Animal Crossing se transforma en un espacio mágico, pues no sólo el clima cambia, también los tipos de insectos, los eventos y los personajes en él.
Por desgracia, para saber qué ocurre en New Leaf tendré que esperar hasta este fin de año. Como nota adicional, recomiendo que, antes de empezar a jugar, ajustes bien la fecha y hora de tu 3DS, así evitarás ser sermoneado por Mr. Resetti un polémico personaje encargado de regañar a quienes hacen trampa (aunque en New Leaf habrá que realizar una construcción especial para que aparezca). Aún así, adelantar o retrasar el tiempo constituye no sólo una trampa, sino un acto que abarata la experiencia de juego y roba su encanto. No hay nada parecido a esperar pacientemente a que una nueva tienda abra sus puertas o, como es mi caso ahora, disfrutar de las inesperadas lluvias de esta época, acompañado del canto de las cigarras. Así que, antes de seguir con la reseña, te recomiendo respetar la experiencia de juego que los desarrolladores quisieron otorgar. Si un valor se ha perdido en las nuevas generaciones de juegos, es la paciencia. Jugamos saturados de puntos de guardado automáticos y en niveles diseñados para que no nos frustremos, pero los juegos también pueden enseñarnos un par de cosas sobre la paciencia, la tolerancia al fracaso y lo irreversibles que pueden ser nuestras decisiones. Animal Crossing: New Leaf es una perspectiva muy fresca en el entorno saturado de explosiones, "realismo" y condescendencia del medio.
Para quienes no han jugado esta franquicia, explicaré brevemente en qué consiste la dinámica principal. Si eres veterano sazonado de la serie, puedes saltar este párrafo sin temor a perder algo. Quien se quede conmigo, tal vez piense que este juego estaría mejor en una plataforma como Facebook o iOS; sin embargo, hay varios elementos que separan este título de todas esas máquinas pavlovianas de acción/recompensa. Primero: New Leaf no es abusivo. Los cultivos no se van a pudrir (no hay cultivos, de hecho), el restaurante no se irá a la bancarrota ni la casa se llenará de polvo si no entramos a jugar diario. Tampoco se sufre el abuso de microtransacciones o prácticas desleales. Aquí se trata de tranquilidad y hábito.
Las labores diarias se reducen a recoger fruta de los árboles, pescar, atrapar insectos y averiguar el precio de los Turnips una especie de sistema de acciones que, bien explotado, produce ganancias masivas. El juego no está pensado para ser terminado en el sentido estricto de la palabra: aunque se juegue a diario durante un año, el contenido continúa sin agotarse. La genialidad de Animal Crossing estriba en su diseño de juego honesto: juega lo que quieras y durante el tiempo que quieras. Como ya dije, no hay castigos. ¿El objetivo? Depende de cada jugador. Tal vez quieras completar tu colección de insectos, peces u obras de arte, quizá prefieras actualizar tu casa al límite que permitido. Esto, sin embargo, convierte el título en una elección engañosa, pues no todos son capaces de disfrutar un sistema de juego sin competencia.
Quienes sean capaces de disfrutar títulos como Minecraft, LittleBigPlanet o incluso alguno de Facebook, encontrarán en Animal Crossing: New Leaf un compañero diario. Más que un juego, se trata de un hábito que conviene comprar y descargar digital en tu 3DS para que complemente tus horas de juego sin tener que cambiar el cartucho de la portátil. De nuevo, no se trata de un social gaming o algún experimento retorcido para exprimir tu tiempo, pues no dependerás de tus amigos para avanzar y puedes disfrutarlo solo (aunque compartir la experiencia con alguien más como en casi cualquier juego vuelve todo más placentero).
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